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Fin de Semana de Gracia, Formación y Comunión en el MFC

“Familias en Cristo, al servicio de las familias”

Este primer fin de semana de julio fue un verdadero regalo de Dios para muchas comunidades del Movimiento Familiar Cristiano en diversas diócesis del país. Con una intensa agenda de actividades, retiros, cursos y encuentros, vivimos días llenos de espiritualidad, formación y fraternidad, donde el Espíritu Santo se hizo presente en cada corazón abierto a la gracia.
“Donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.” (Mateo 18, 20)


Retiro de Kerygma – Base San Lorenzo Caaguazú

El sábado y domingo se llevó a cabo el Retiro de Kerygma en la Casa de Retiros Jesús Misericordioso, organizado por la Base San Lorenzo de Caaguazú. Fueron dos días de profunda oración, reflexión y alegría compartida en comunidad.

Agradecemos de corazón a los matrimonios participantes, así como a los matrimonios servidores que con generosidad ofrecieron su tiempo, amor y servicio a los demás. Damos gracias a Dios por cada corazón tocado y renovado. Sigamos caminando juntos, anunciando la Buena Nueva.
“¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!” (1 Corintios 9, 16)


Segundo Momento de Matrimonio Joven – Base María Auxiliadora de Minga Guazú

En la Casa de Retiro Padre Pedro Richards, de la Diócesis de Ciudad del Este, se vivió un encuentro muy especial: el Segundo Momento de Matrimonio Joven, con la participación de matrimonios de la Base María Auxiliadora de Minga Guazú.

Fueron jornadas de compartir, orar, reflexionar y renovar el amor en pareja, siempre de la mano de Dios. Gracias a cada matrimonio joven por decir “sí” a este tiempo de crecimiento y a los servidores que entregaron su tiempo y corazón para hacerlo posible. Un fin de semana para fortalecer el “sí” de cada día.
“El amor es paciente, es servicial… todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.” (1 Corintios 13, 4-7)


Jornada de Pesca Juvenil – Base Villa Hayes

La alegría y el espíritu misionero se hicieron sentir con fuerza este domingo 6 de julio durante la Segunda Jornada de Pesca Juvenil de la Base Villa Hayes. Fue un espacio lleno de amistad, fe y compromiso, donde nuestros jóvenes fortalecieron sus vínculos y renovaron su deseo de ser pescadores de jóvenes para Cristo.
“Vengan conmigo y los haré pescadores de hombres.” (Marcos 1, 17)

Agradecemos a cada joven, a sus familias y a los matrimonios servidores que hicieron posible este hermoso momento de encuentro. Construyamos juntos una juventud viva, alegre y comprometida con el Evangelio.
“Nadie te menosprecie por ser joven; al contrario, sé ejemplo para los creyentes.” (1 Timoteo 4, 12)


16º Encuentro Conyugal – Base Parroquial San Estanislao

En la Diócesis en Formación de San Pedro, la Base Parroquial San Estanislao organizó con mucho amor su 16º Encuentro Conyugal. Damos gracias a Dios por cada matrimonio que aceptó esta invitación a crecer y fortalecerse, y por los servidores que, una vez más, demostraron su entrega y compromiso con la misión. Dios bendiga su sí generoso.
“Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.” (Mateo 19, 6)


Formación Continua para Servir Mejor

También queremos destacar que durante estos días se desarrollaron varios cursos de formación en distintas diócesis donde el MFC tiene presencia. Algunas de las temáticas abordadas fueron:

  • Curso de Administración del Tiempo
  • Curso de Metodología y Coordinación de Promotores
  • Liturgia Eucarística
  • Curso de Nociones Básicas de la Biblia
  • Curso de Ser y Hacer del Equipo Coordinador de Base
  • Y otras instancias formativas que fortalecen nuestra misión

Gracias a todos los matrimonios que se animan a formarse para servir mejor, ayudando a otros matrimonios a crecer en la fe y en la vida familiar.
“Estén siempre dispuestos a dar razón de su esperanza a todo el que se la pida.” (1 Pedro 3, 15)


Sigamos Caminando Juntos

Este fin de semana fue una hermosa muestra de que cuando las familias se abren a Dios y a la comunidad, suceden cosas grandes. Agradecemos a todos los que participaron, sirvieron, animaron y apoyaron cada una de estas actividades.

El MFC Paraguay sigue vivo, en camino, y con el corazón dispuesto a evangelizar.
“Familias en Cristo, al servicio de las familias”

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Espiritualidad Conyugal e Iglesia Doméstica

I. ESPIRITUALIDAD CONYUGAL

1. Familia y Sagrada Escritura

23. El matrimonio y su consecuencia, la familia, son, ante todo, una realidad humana, condicionada por la realidad histórica y cultural en que están envueltas.

24. En el Antiguo Testamento, el matrimonio fue uno de los medios usados por el Señor para revelar la alianza de amor entre Él y su pueblo. Algunos profetas explicaron esta alianza con el ejemplo del amor nupcial e hicieron de la dinámica esposo-esposa, la figura de la relación del Señor con el pueblo de Israel. Esta relación, basada en la fidelidad constante del Señor, fue vivida por el pueblo escogido en su contexto histórico, con las limitaciones provocadas por factores globales (históricos, políticos, socioeconómicos y culturales) y por factores inherentes al propio hombre: dudas, avances y retrocesos, aceptación y rechazo, disponibilidad y desconfianza, entrega y traición.

25. En los primeros tiempos de la Iglesia, los judíos recién convertidos continuaban respetando las costumbres semitas en relación al matrimonio, mientras los gentiles convertidos, aceptaban la legislación y costumbres grecorromanas.

26. Basándose en el Antiguo Testamento, San Pablo coloca la vivencia conyugal dentro del contexto de la salvación y del misterio de Cristo y dice que esta realidad humana es “un gran misterio”, que tiene como punto de referencia la relación de Cristo con su Iglesia (Ef. 5,32).

2. Doble perspectiva: realidad humana y sacramento

27. Asimismo, en la carta a los Corintios, escribiendo sobre el casamiento de los cristianos, dice “Aquel que se case, cásese en el Señor”. Lo cual significa asumir la realidad vivencial a la luz del Evangelio, con todas sus perspectivas y exigencias.

28. El amor conyugal, que hace de los dos una sola carne como Cristo y su Iglesia, sin perder nada de su autenticidad humana, se transforma en signo y testimonio, portador real y eficaz del amor salvador de Cristo por su Iglesia. Por eso, el amor conyugal vivido por los cristianos, en cualquier contexto sociológico y cultural, es sacramento, signo transmisor del amor que lo trasciende y en él se realiza.

29. Esta doble perspectiva del matrimonio, que es una realidad humana y a la vez sacramento-misterio de salvación, no ha sido siempre comprendida a través de la historia. En la catequesis, en la teología del matrimonio y en la propia moral conyugal se ha marcado, muchas veces, uno solo de estos aspectos.

30. No comprendemos fácilmente cómo una realidad que por ser humana es relativa e imperfecta, puede ser, al mismo tiempo, un sacramento de salvación y por tanto permanente y perfecto. Por esto situamos, muchas veces, su dimensión sacramental en una línea conceptual desvinculada e independiente de la realidad de vida y asumida día a día por los cónyuges.

31. El Sacramento no santifica las formas sociales y culturales del matrimonio, sino la interrelación personal, que en cada pareja se vive y expresa en forma diferente.

32. Para la vivencia de la espiritualidad conyugal, es necesario profundizar el amor humano entre hombre y mujer, con todas sus implicaciones, como el MFC lo ha hecho desde su fundación. Este amor, que puede ser analizado en sus diversos aspectos (sexualidad, amistad, socialización), forma un todo, una realidad integral.

33. La sexualidad, atracción por el otro sexo, es un don específico del Señor, que hace clamar al hombre de todos los tiempos “Esto sí es carne de mi carne y huesos de mis huesos”, constituye un vehículo fundamental de comunicación entre el hombre y la mujer. Pero por un concepto dualista de la naturaleza, se pueden llegar a dos extremos: o una desfiguración angelista que toma la sexualidad solamente como instrumento para la procreación o a una concepción exclusivamente erótica y materialista, que hace de la sexualidad solo un instrumento de placer.

La atracción de la sexualidad va encaminada a la comunicación, donación, aceptación, complementariedad y amistad conyugal de dos seres humanos, que alcanzan su máxima expresión en el hijo y debe ser recolocada en su lugar verdadero y fundamental dentro de la naturaleza humana.

La sexualidad no es una dimensión parcial del hombre; no es simplemente biológica, ni puede reducirse tampoco al encuentro del acto conyugal. El hombre, varón y mujer, es siempre un ser sexuado y por esto la sexualidad ha de tomarse en relación a toda la persona, en sus dimensiones de: corporeidad, intimidad, relación con el otro y consigo mismo, comunicación, creación, construcción de la sociedad. Esta, así entendida, eleva al ser humano en toda su integridad de persona y sitúa a hombre y mujer en un proceso de liberación en el que conjuntamente afrontan los interrogantes que plantean la afectividad, el amor, la vida, el Sacramento. El placer, dentro de la esencia constitutiva de la sexualidad, escapa a muchos cristianos como consecuencia de ideas adversas y de una catequesis en la que no se la valoraba positivamente; este debe ser entendido en su totalidad, como un elemento bueno y deseable que expresa y celebra el placer de la unión conyugal. Así el acto conyugal marcado por la afectividad, la unidad, la entrega, la alegría de vivir unidos, el placer de estar juntos en la vida en común, la comunicación, la interrelación personal es una celebración de todas las realidades del amor de hombre y mujer, en una dimensión profunda del matrimonio sacramentado. Dada la realidad en que ha venido utilizándose la mujer para satisfacer los instintos del hombre, debe destacarse el valor y dignidad humana de ambos, en una nueva formulación de la sexualidad, en toda su amplitud, como expresión de plenitud y de entrega, pero que también puede convertirse en instrumento de poder, de dominación y de manifestación de egoísmo.

3. Expresión social del matrimonio

34. El amor del hombre y la mujer no es un fenómeno que afecta exclusivamente a los dos, sino a toda la sociedad. En consecuencia, en todas las épocas y culturas la unión conyugal ha sido y es un hecho social.

35. Si el amor conyugal es manifestación y presencia del amor del Señor a su Iglesia, cada matrimonio cristiano debe saber descubrir en cada una de las facetas de su vida los valores que la trascienden, para hacer de ellos camino y expresión de su espiritualidad: de tal forma que en la manifestación de entrega de una persona a otra a pesar de su limitación e inseguridad ante el futuro se dé la señal de entrega definitiva y sin reservas al totalmente otro, a Dios.

36. En el matrimonio cristiano es fundamental una manifestación externa y pública de los dos, que se ofrecen como testigos del amor de Cristo a su Iglesia, y de la comunidad que los recibe y apoya en este nuevo compromiso eclesial y humano.

37. El amor de los esposos es un amor existencial y dinámico, no conceptual y estático, que se va construyendo a lo largo de los años, de los días y de las horas, en la dinámica de la interrelación personal y familiar. Y esta dinámica amorosa, constituida de totalidad y limitaciones; del sí, del no, del tal vez; de riqueza y pobreza; de fidelidad y de faltas, es una señal testimonio portador real y eficaz (sacramento), del misterio de la salvación del Señor. Como la Iglesia, Sacramento de Cristo, sana y necesitada de purificación, el matrimonio camina entre la gracia y el pecado, entre la limitación y la plenitud, ansiosamente perseguida, pero nunca alcanzada, manifestando en diversos grados y formas su valor trascendente.

38. El matrimonio de los esposos cristianos, legítimamente constituido, no siempre manifiesta claramente el misterio de Cristo y su Iglesia, que es amor fiel, fecundo hasta la muerte “y muerte de Cruz”. También puede ocurrir que el amor de los cónyuges cuya unión no está legítimamente establecida, sea una manifestación de la bondad del Señor, cuando en ellos “hay valores de unidad, fidelidad y responsabilidad” (Puebla N° 578).

Esto implica un fuerte llamado del Señor y de la comunidad para todo matrimonio cristiano, a una vivencia más plena de su amor, y al mismo tiempo, a una comprensión de todas las demás parejas que viven el amor conyugal.

4. Factores globales que condicionan a la familia

39. Igualmente, el matrimonio (amor humano y sacramento de salvación) permanece condicionado por factores globales (culturales, sociales, políticos y económicos), adquiriendo expresiones y tipos diversos de familia.

40. El sacramento no está ligado a una forma determinada de familia, de tal manera que podamos llamarla “familia cristiana”, sino a la propia dinámica del amor, donación y aceptación mutua.

41. Los factores globales condicionantes, aunque a veces han sido enriquecedores, como es el descubrimiento más profundo de la psicología del ser humano y la naturaleza de la sexualidad, son en nuestra sociedad muchas veces opresores y empobrecedores, como los que enumeran los obispos en el documento de Puebla. Estos son los retos a los que permanentemente tienen que responder cada matrimonio y el MFC, como institución en su misión de hacer posible la vivencia conyugal más plena.

5. Nuevos caminos pastorales

42. Los caminos pastorales, asumidos hoy por la Iglesia y por el MFC como Movimiento de Laicos, deben ayudar a las familias a descubrir que la vivencia del Sacramento del Matrimonio no supone la existencia de familias idealmente perfectas. Supone, eso sí, la existencia de auténticas familias humanas, dispuestas a dar al amor que une a sus miembros, la amplitud de la dimensión sacramental: que es “señal” del amor salvífico del Señor, en el contexto concreto en que está envuelta.

Por esto los caminos pastorales buscarán:

a. Colocar las familias dentro del actual proceso de evolución global o cultural que hoy las debilita y las sitúa.

b. Llevarlas a revisar constantemente este proceso, actualizándolo y criticándolo delante de los siguientes puntos de referencia:

  • Aspiraciones fundamentales de los esposos y de sus familias.
  • Aspiraciones y llamadas del mundo de hoy.
  • Exigencias evangélicas.

43. Estas exigencias evangélicas, fundamentadas en el mandamiento del amor, tienen una respuesta concreta para cada pareja, por el hecho de ser señal y presencia del amor de Cristo a su Iglesia, que es una entrega total, con una fidelidad dinámica que lo hace crecer cada día y, por tanto, tiene como consecuencia ser un amor para siempre. Nadie tiene mayor amor que aquel que da su vida por el amigo.

II. FAMILIA: IGLESIA DOMÉSTICA

1. Familia: Iglesia Doméstica al interior de sí misma

44. La familia “ha merecido muy bien, en los diferentes momentos de la historia y en el Concilio Vaticano II, el hermoso nombre de Iglesia Doméstica. Esto significa que en cada familia cristiana deberían reflejarse los diversos aspectos de la Iglesia entera” (E.N. 71), lo cual supone la vivencia familiar de la fe, la esperanza y el amor, que se han de expresar entre otras formas, en la liturgia familiar, en la comunión y participación y en la reconciliación.

45. En la familia cristiana encuentran su pleno desarrollo cuatro relaciones fundamentales de la persona humana: “paternidad, filiación, hermandad, nupcialidad”. Estas mismas cuatro relaciones componen la vida de la Iglesia: experiencia de Dios como Padre, experiencia de Cristo como hermano, experiencia de ser hijos en, con y por el Hijo, experiencia en Cristo como esposo de la Iglesia. La vida en familia produce y participa en pequeño estas cuatro experiencias fundamentales; cuatro rostros del amor humano” (Puebla 583). Porque “La familia es imagen de Dios, que en su misterio más íntimo no es soledad, sino una familia. Es una alianza de personas a la que se llega por vocación amorosa del Padre, que invita a los esposos a una íntima comunidad de vida y de amor” (Puebla 582). Lo anterior manifiesta la importancia de la espiritualidad conyugal para la Iglesia Doméstica, que hunde sus raíces en el misterio trinitario.

46. En la trama de la existencia familiar se dan a la vez luces y sombras, dolores y gozos, fracasos y esperanzas, que son participación de la familia en el misterio pascual de Cristo, misterio de Muerte y Resurrección.

2. Familia Iglesia Doméstica como evangelizadora

47. La familia, Iglesia Doméstica, se va haciendo evangelizadora tanto dentro de ella como hacia la comunidad, anunciando la Buena Nueva a través del testimonio, la proclamación explícita del mensaje de Jesús, en unión con la Iglesia, y como partícipes en la construcción del Reino (E.N. 21, 22, 23, 24).

48. “La familia, al igual que la Iglesia, debe ser un espacio donde el Evangelio es transmitido y desde donde este se irradia” (E.N. 71).

49. Para la realización de la persona es fundamental que al interior de la familia cada uno dé, a través de su amor, la Buena Nueva del amor de Dios como mensaje de salvación. “Dentro pues de la familia… todos los miembros de la misma evangelizan y son evangelizados. Los padres no solo comunican a los hijos el Evangelio, sino que pueden, a su vez, recibir de ellos este mismo Evangelio profundamente vivido” (E.N. 71).

50. Hacia la comunidad, la familia, como Iglesia Doméstica, está llamada a ser evangelizadora, profética y liberadora (Cfr. Puebla 591).

51. La familia no podrá transmitir la fe si esta no está arraigada en lo profundo e identificada con la vida, para poder proponerla en un diálogo abierto al mundo y a su momento histórico, insertándose en los acontecimientos y comprometiéndose con el hombre y su historia.

52. La familia, Iglesia Doméstica, responde “aquí y ahora” a la interpelación del Señor. Para ello debe escrutar los signos de los tiempos y conocer la realidad en que vivimos y viven nuestros hermanos, concientizándose de la situación de injusticia de todo orden (religioso, social, cultural, económico y político) con el fin de anunciar en esta realidad la salvación de Cristo, y denunciar todo aquello que va contra la dignidad de la persona humana: “¿cómo proclamar el mandamiento nuevo, sin promover, mediante la justicia y la paz, el verdadero, el auténtico crecimiento del hombre?” (E.N. 31).

3. El MFC, medio eficaz para vivir Iglesia Doméstica

53. El MFC busca ser medio eficaz para que la familia vaya entendiendo lo que significa la espiritualidad conyugal y la Iglesia Doméstica, capacitándola para que viva esta espiritualidad entre sus miembros, y también con otras familias, con el fin de que puedan servir a la misión que toda Iglesia tiene que realizar (Cfr. A.A. 19).

Con este fin se procura:

  • Buscar medios para que se viva la espiritualidad conyugal.
  • Tratar de que sus miembros logren una vida integral en la que se rompa el dualismo: fe y vida.
  • Hacer conscientes a sus miembros de lo que significa que la familia es Iglesia Doméstica, donde se vive el vínculo del amor, de comunidad y vida, de fe y de oración, de testimonio y compromiso.
  • Encontrar medios para que la familia, Iglesia Doméstica, no sea una isla sino que debe integrarse a otras familias, para vivir una auténtica vida de comunidad cristiana, con el fin de obtener elementos para ser fermento en comunidad.

LIBRO SUSUSU

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Consejo de Directores de la Escuela del MFC Paraguay se reúne para trabajar en el Manual de Organización

El pasado sábado 21 de junio, se llevó a cabo la reunión del Consejo de Directores de la Escuela del Movimiento Familiar Cristiano (MFC) Paraguay, en un ambiente de fraternidad, compromiso y visión compartida.

El objetivo principal del encuentro fue avanzar en la elaboración del Manual de Organización de Funciones y Procedimientos, una herramienta fundamental que permitirá clarificar y fortalecer las estructuras operativas de la Escuela, en coherencia con el carisma y la misión del MFC.

Durante la jornada, los miembros del Consejo compartieron ideas, reflexiones y propuestas que enriquecen el proceso formativo, orientado a brindar un mejor servicio a las familias y a los equipos de formación de todo el país.

Este trabajo colaborativo representa un paso más hacia una gestión más eficiente, transparente y sostenible en el tiempo.

🙏 Agradecemos profundamente a todos los participantes por su entrega, disposición y espíritu fraterno.

📸 A continuación, compartimos algunas imágenes que reflejan el compromiso y la alegría vivida durante esta jornada de trabajo.

Gracias por haber leído este artículo.

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Utopía del MFC

¿Qué entendemos por “utopía”?

Llamamos utopía al ideal al que queremos llegar. No se trata de una fantasía inalcanzable, sino de un sueño realizable que aún no hemos logrado. Vemos al Movimiento Familiar Cristiano (MFC) dentro de una Iglesia nueva, inspirada en el Concilio Vaticano II, Medellín y Puebla, los Sínodos y los más recientes documentos del Magisterio.

El MFC necesita un cambio profundo para adecuarse a esta Iglesia viva, especialmente en el contexto latinoamericano. Un cambio que transforme a la persona, a la familia y, por medio de ella, a la sociedad. Este cambio se orienta a crear condiciones justas y humanas para el pleno desarrollo familiar en todos los ámbitos: socioeconómico, político, cultural y religioso.

En el centro de esta transformación está nuestra opción fundamental: Cristo, y el Cristo total, que es su Iglesia.


Evangelización de la familia: el centro de la misión

Esta opción se vive especialmente en el campo de la evangelización de la familia, según el espíritu de Evangelii Nuntiandi. El MFC propone como ideal la búsqueda de un amor auténtico que lleve a una vivencia profunda del bautismo en el sacramento del matrimonio. Así, el MFC sueña con:

  1. Hombres identificados con el Evangelio, conscientes de que la educación en la fe dentro del hogar debe ser mutua: una coeducación donde todos enseñan y todos aprenden.
  2. Familias comprometidas, que entienden el matrimonio no solo como experiencia personal, sino como una misión de amor social, abiertas al mundo y colaboradoras del Padre en la construcción de una humanidad más justa.
  3. Familias austeras, que viven del trabajo honesto, superan el materialismo y el egoísmo, y comparten con los demás desde una auténtica escala de valores.
  4. Familias responsables, que enfrentan los desafíos de su pueblo con valentía cristiana, denunciando injusticias y trabajando activamente por la civilización del amor.
  5. Familias realistas y solidarias, que reconocen sus límites y los del MFC, y que se unen en comunidad para responder con fe a los cambios del mundo.
  6. Equipos del MFC como verdaderas comunidades familiares, unidas entre sí local, nacional y latinoamericanamente, y abiertas a toda la Iglesia.
  7. Familias presentes y activas en los espacios públicos y privados que promueven el bienestar familiar, llevando allí el mensaje cristiano.
  8. Una familia-Iglesia doméstica, alimentada por los sacramentos, pero que parte de la familia real latinoamericana, incluso la familia incompleta, para ayudarla a transformarse con los valores del Evangelio.
  9. Un MFC que no vive aislado, sino integrado en la pastoral familiar de la Iglesia, colaborando con los planes diocesanos y nacionales, y participando activamente en la vida parroquial.

Nuevas realidades, nueva evangelización

En el documento Complemento del SuSuSu, se reflexiona sobre cómo las transformaciones sociales de las últimas décadas han afectado la vida personal, familiar y espiritual. Frente a estas realidades, el MFC se propone asumir con valentía la Nueva Evangelización.

Uno de los pilares fundamentales del Movimiento es la solidaridad, entendida como comunión, compromiso y participación. Hoy, más que nunca, esta solidaridad necesita ser profundizada por todos los miembros del MFC.


Un ideal que nos pone en camino

No buscamos imponer un modelo único de familia. Cada familia y cada persona tiene el desafío de descubrir su potencial transformador para vivir de manera más humana y conforme al plan de Dios. Esta transformación se basa en la mística del MFC, que no es solo una idea, sino también un sentimiento compartido y una serie de acciones guiadas por los valores evangélicos.

Este epílogo de El MFC: su ser, su vida y su acción presenta una utopía viva, un ideal que nos inspira en nuestro apostolado. Queremos seguir siendo pioneros y profetas en el camino de la familia cristiana, sabiendo que:

“La utopía está en el horizonte.
Me acerco dos pasos,
camino diez,
y el horizonte se corre diez pasos más allá.
Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré.
¿Para qué sirve la utopía?
Para eso sirve… para caminar.”

Eduardo Galeano

LIBRO DE SUSUSU