En el camino de la fe, uno de los llamados más profundos que recibimos es el de servir a los demás. Este compromiso no es una carga sino un privilegio que nos permite seguir el ejemplo de Jesús y contribuir al bienestar de nuestra comunidad.
Los dones que Dios nos regala
“Que cada uno sirva a sus hermanos según la capacidad que Dios le ha dado, como buen administrador de los varios dones de Dios” (1 Pe 4, 10). Esta poderosa enseñanza nos recuerda que todos hemos sido bendecidos con diferentes capacidades. Algunos de estos dones son materiales, como los recursos económicos, mientras que otros son humanos: nuestra inteligencia, conocimientos, tiempo y diversas habilidades.
Estos talentos no están destinados a permanecer dormidos o a ser utilizados exclusivamente para nuestro beneficio personal. Por el contrario, están pensados como instrumentos para el servicio y el bien común.
El MFC: Un espacio para el servicio
El Movimiento Familiar Cristiano (MFC) comprende profundamente esta vocación de servicio. Su objetivo fundamental es trabajar en la evangelización de las familias, ofreciendo a todos sus miembros oportunidades para formarse en la acción y compartir generosamente sus capacidades con los demás.
En el MFC, el servicio se entiende como un proceso completo de dar y recibir, de hablar y escuchar. No se trata de crear dependencias, sino de fomentar la solidaridad auténtica que respeta la dignidad de cada persona.
Siguiendo el ejemplo de Jesús
El servicio en el MFC encuentra su inspiración más profunda en la figura de Jesús, quien nos enseñó con su vida que la verdadera grandeza está en la entrega desinteresada. Como nos recuerda el evangelio: “A imitación del Hijo del Hombre que no vino para que lo sirvan, sino a servir” (Mt 20, 28).
Este ejemplo transformador nos invita a abandonar las actitudes egoístas para abrazar una vida centrada en las necesidades de los demás.
El relevo generacional: Un desafío constante
Para que el servicio en el MFC sea sostenible en el tiempo, resulta imprescindible contar con un continuo relevo generacional en sus estructuras y servicios. Esta renovación permite que el movimiento se mantenga vibrante y conectado con las realidades cambiantes de las familias.
Como nos recuerda Jesús: “la mies es mucha y los obreros pocos” (Mt 9, 37). El campo de acción es inmenso, y siempre hay espacio para más personas dispuestas a comprometerse con esta noble causa.
Un llamado personal
El compromiso de servicio es, en última instancia, una respuesta personal al llamado del Señor para trabajar por su Reino. Cada uno de nosotros, con nuestras capacidades únicas, podemos aportar algo valioso a esta misión.
Al poner nuestros dones al servicio de los demás, no solo contribuimos al bienestar de nuestra comunidad, sino que experimentamos el gozo profundo que viene de vivir conforme al plan que Dios tiene para nosotros.
¿Estás listo para descubrir y compartir tus dones? El camino del servicio te espera, con todos sus desafíos y recompensas.