Pentecostes1

Un Regalo de Pentecostés: Ofrece una Indulgencia Plenaria por las Almas del Purgatorio

¿Qué es el Purgatorio?

Para comprender el valor de esta gracia, primero debemos recordar qué es el Purgatorio. El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que el Purgatorio es una “purificación final” para aquellos que mueren en la gracia de Dios, pero que no están completamente purificados. No es un “segundo chance”, sino un estado de preparación necesario antes de poder experimentar la santidad del Cielo. Quienes están en el Purgatorio tienen la certeza de su salvación eterna; están siendo preparados para el encuentro definitivo con el Amor.

¿Qué es una Indulgencia Plenaria?

Una indulgencia plenaria es el perdón de toda la pena temporal que merecemos por nuestros pecados ya perdonados en la confesión. Imaginemos que el pecado es como clavar un clavo en una madera. La confesión saca el clavo (perdona la culpa), pero queda el agujero (la pena temporal). La indulgencia repara ese agujero.

Es un regalo que nos devuelve al estado de pureza de nuestro bautismo. Si una persona falleciera justo después de obtenerla con las debidas disposiciones, se cree que entraría directamente al Cielo.

Es crucial entender que una indulgencia no es:

  • Un permiso para pecar o el perdón de pecados futuros.
  • El perdón de la culpa del pecado, que debe ser absuelta primero en el Sacramento de la Reconciliación.

Más bien, es una forma de satisfacer la deuda de justicia que el pecador tiene con Dios, aliviando o saldando el castigo temporal que nuestros pecados merecen.

¿Cómo Obtener la Indulgencia Plenaria en Pentecostés por un Alma del Purgatorio?

Para ser un canal de la misericordia de Dios y ayudar a un alma a llegar al Cielo, la Iglesia nos pide seguir estos pasos con un corazón sincero:

  1. Tener la firme intención de no volver a pecar, ni siquiera venialmente. Esto implica un verdadero desapego del pecado.
  2. Confesión Sacramental: Acercarse al sacramento de la Reconciliación (puede ser unos días antes o después de Pentecostés).
  3. Recibir la Sagrada Eucaristía: Comulgar en estado de gracia.
  4. Orar por las intenciones del Santo Padre: Se sugiere rezar un Padrenuestro y un Avemaría por las intenciones del Papa.
  5. Rezar o cantar el himno Veni Creator Spiritus: Este es el acto específico requerido para la Solemnidad de Pentecostés. Se debe hacer públicamente (en una iglesia) este domingo.

Al cumplir estas condiciones, podemos ofrecer esta gracia por un alma específica o por las almas más necesitadas del Purgatorio.

Veni Creator Spiritus (Ven, Espíritu Creador)

Unámonos en oración con este hermoso y antiguo himno de la Iglesia, pidiendo la venida del Espíritu Santo sobre nosotros, nuestras familias y sobre las almas por quienes ofrecemos esta indulgencia.

Ven, Espíritu Creador,
visita las almas de tus fieles
llena con tu divina gracia,
los corazones que creaste.

Tú, a quien llamamos Paráclito,
don de Dios Altísimo,
fuente viva, fuego,
caridad y espiritual unción.

Tú derramas sobre nosotros los siete dones;
Tú, dedo de la diestra del Padre;
Tú, fiel promesa del Padre;
que inspiras nuestras palabras.

Ilumina nuestros sentidos;
infunde tu amor en nuestros corazones;
y, con tu perpetuo auxilio,
fortalece la debilidad de nuestro cuerpo.

Aleja de nosotros al enemigo,
danos pronto la paz,
sé nuestro director y nuestro guía,
para que evitemos todo mal.

Por ti conozcamos al Padre,
al Hijo revélanos también;
Creamos en ti, su Espíritu,
por los siglos de los siglos.

Gloria a Dios Padre,
y al Hijo que resucitó,
y al Espíritu Consolador,
por los siglos de los siglos. Amén.

Este Pentecostés, abramos nuestros corazones al Espíritu Santo y seamos instrumentos de su gracia y misericordia. Aprovechemos este tesoro espiritual que la Iglesia nos regala y extendamos una mano de ayuda a quienes nos han precedido en el camino de la fe.

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Campo de Acción del MFC en la Pastoral

Movimiento Familiar Cristiano en América Latina

2. CAMPO DE ACCIÓN EN LA PASTORAL

La necesidad de la organización dentro de la Iglesia de una Pastoral Familiar, surge en América Latina, gracias al impulso y los aportes del MFC, por lo que es de rigor que el MFC permanezca integrado en la Pastoral de Conjunto. Debe intensificarse el esfuerzo del MFC por promover las vocaciones religiosas latinoamericanas, tanto misionales como laicales.

El MFC Latinoamericano tiene bien definidos sus objetivos, carisma, mística, su vida, su ser y su acción en “EL MFC, SU SER, SU VIDA Y SU ACCIÓN”, asumido por la X AGLA en 1979 y editado en 1980. Sin embargo, por los grandes cambios del mundo en que estamos inmersos, creemos oportuna una puesta al día en su accionar.

Es decir, las condiciones de dentro y fuera de la familia hacen que el MFC, como Movimiento que es, se mantenga actualizado a través de su historia para ser fiel a las necesidades de la familia y de la Iglesia en su acción evangelizadora, y ser así respuesta a los desafíos que nos plantean los nuevos signos de los tiempos, cumpliendo su misión profética.

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El campo de acción del MFC es la familia. Esta es una realidad viva y, por tanto, cambiante; es sujeto de todas las influencias y cambios de la sociedad; es nuestro primer campo de acción donde, con criterio amplio, abierto, lleno de fe y comprensión, debemos llevar nuestro mensaje de educación en el amor.

2.1. Esta acción se dirige al interior de la familia:

  • Ayudando a los cónyuges a vivir el amor.
  • Ayudando a los padres e hijos a vivir la familia
  • Preparando a sus miembros para que den un testimonio de auténtica vida cristiana en lo personal, conyugal, familiar y social, dentro de los diferentes ambientes donde cada uno le corresponde actuar.
  • Ayudando a los novios y a los jóvenes a prepararse para la vida de familia.

2.2. A través de la familia actuará en el campo social

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2.2.1. El MFC promoverá el campo de lo social a través de la familia:

A) Concientizando:

1. A la familia marginada sobre sus derechos y deberes.

2. A las familias que tienen bienes de cualquier tipo, sobre la situación de injusticia, para que ellas contribuyan al bien de la comunidad con una actitud de servicio.

B) Asumiendo posiciones políticas como colectividad, contra aquello que afecte a la familia.

C) Mediante el testimonio de vida de sus miembros.

D) Tratando de llevar a la práctica un cambio hacia un orden nuevo, para adecuarse al mundo y a la Iglesia en el momento actual y en la realidad latinoamericana.

2.2.2 Promoviendo un laicado corresponsable que ayude a modificar las estructuras de la Iglesia.

2.2.3 Estando conscientes de la posibilidad de ser usados como instrumento de entidades políticas e ideologías opuestas.

3. AL INTERIOR DEL MFC COMO INSTITUCIÓN

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3.1. Formar y capacitar a sus miembros (matrimonios, viudas, jóvenes, separados), permanentemente y a todos los niveles.

3.2. Fomentar la vivencia de la fe en equipos, para que formen verdaderas comunidades.

3.3. Evangelizar a sus miembros para que lleguen a ser verdaderos evangelizadores.

3.4. Promover a sus directivos laicos para que lleguen a ser verdaderos dirigentes y a los sacerdotes asesores, para que se desempeñen como tales en el ejercicio de su misión sacerdotal.

3.5. Adecuarse al mundo y a las exigencias de la Iglesia actual, en la realidad latinoamericana. Esto exige de sus miembros una actitud permanente de conversión personal y familiar.

La familia es la primera célula de la sociedad, foco de la educación y formación de los hijos, por lo tanto, es el centro de dicha Pastoral.

LIBRO SUSUSU

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Cuando el amor conyugal moldea el corazón de los hijos

La nueva realidad de las relaciones conyugales

En el mundo actual, donde los cambios culturales ocurren a velocidad vertiginosa, la familia enfrenta desafíos sin precedentes. El matrimonio, como núcleo fundamental de la sociedad, requiere más que nunca de solidez, madurez y compromiso para enfrentar estas transformaciones y proveer a los hijos un entorno estable para su desarrollo. Sin embargo, esta misión trascendental solo es verdaderamente posible cuando Dios ocupa el centro de la vida familiar.

Hoy, como nunca antes, la relación matrimonial necesita estar fundamentada en un amor consciente, maduro, fiel y plenamente comprometido. Los elementos externos que en épocas pasadas sostenían la estabilidad conyugal (a veces solo en apariencia) han ido desapareciendo, dejando al descubierto la verdadera esencia de lo que debe ser una unión conyugal: complementariedad genuina y entrega mutua.

En esta nueva dinámica, la vida debe ser compartida en todos sus aspectos y necesidades. Cualquier falla en esta complementación, incluso momentánea, puede poner en riesgo la vida en común, haciendo que la estructura familiar se tambalee. Por ello, la presencia de Dios como fundamento del amor conyugal se vuelve indispensable, pues solo Él puede dar la fortaleza necesaria para mantener vivo ese compromiso a través de las dificultades.

Dios como centro de la vida matrimonial y familiar

El matrimonio que coloca a Dios en el centro de su relación encuentra:

  • Una fuente inagotable de amor: El amor humano, por sí solo, es frágil y limitado. Cuando los esposos reconocen que su capacidad de amar proviene de Dios, pueden superar sus propias debilidades y limitaciones.
  • Fortaleza en las dificultades: Las crisis matrimoniales, inevitables en toda relación humana, encuentran un apoyo firme en la fe compartida y en la certeza de que Dios acompaña el camino de la familia.
  • Un horizonte de sentido: La presencia de Dios otorga una dimensión trascendente al proyecto familiar, elevándolo más allá de las satisfacciones inmediatas hacia un propósito eterno.
  • Valores sólidos: Los principios morales y espirituales que emanan de la fe proporcionan un fundamento seguro para la educación de los hijos.

Sin Dios en el centro de la vida matrimonial, incluso los mejores esfuerzos humanos resultarán insuficientes ante los desafíos que enfrenta la familia contemporánea.

Transformaciones en la función familiar

Los nuevos paradigmas culturales han producido cambios profundos en la concepción y función de la familia:

  • Cambios en la función biológica: Hemos pasado de una supervaloración de la procreación como finalidad principal del matrimonio, a una supervaloración de la relación sexual como vínculo exclusivamente orientado al desarrollo personal, separándola de su dimensión procreadora.
  • Redistribución de roles: La familia contemporánea ha redefinido los papeles tradicionales. Ya no se concibe automáticamente a la mujer como administradora exclusiva del hogar, ni al hombre como único proveedor. Hoy, ambos cónyuges buscan compartir tanto las cargas como las ventajas de la vida familiar.

Ante estos cambios, solo una visión iluminada por la fe permite discernir lo que es verdaderamente esencial para el bien de la familia y de cada uno de sus miembros.

La importancia de un matrimonio sólido en la formación de los hijos

1. Testimonio vivo de amor

Los hijos aprenden principalmente por lo que ven, no por lo que se les dice. Un matrimonio sólido, fundamentado en Dios, enseña a los hijos mediante el ejemplo cotidiano valores fundamentales como:

  • El respeto mutuo
  • La comunicación abierta
  • La resolución pacífica de conflictos
  • La fidelidad y el compromiso
  • La generosidad y el servicio
  • La fe vivida en lo cotidiano

2. Seguridad emocional

Cuando los hijos perciben que existe un vínculo fuerte y estable entre sus padres, sostenido por el amor de Dios, desarrollan un sentido de seguridad emocional que les permite:

  • Explorar el mundo con confianza
  • Establecer relaciones saludables
  • Desarrollar una autoestima sólida
  • Gestionar mejor sus emociones
  • Construir una relación personal con Dios

3. Base para el desarrollo integral

Un hogar donde los padres mantienen una relación armoniosa, enraizada en valores espirituales, proporciona el ambiente ideal para el desarrollo integral de los hijos:

  • Físico: atención a necesidades básicas y hábitos saludables
  • Cognitivo: estímulo intelectual y apoyo educativo
  • Social: aprendizaje de habilidades relacionales
  • Espiritual: transmisión de la fe y sentido de trascendencia

El valor de la presencia parental

En tiempos donde ambos padres frecuentemente trabajan fuera del hogar, la calidad de la presencia se vuelve tan importante como la cantidad:

Presencia física

No se trata simplemente de estar en el mismo espacio físico, sino de estar disponible, accesible y receptivo a las necesidades de los hijos. Esto implica:

  • Dedicar tiempo exclusivo a la familia
  • Participar en actividades cotidianas
  • Crear rituales familiares significativos, incluidos los momentos de oración y celebración de la fe

Presencia emocional

Más allá de la presencia física, los hijos necesitan padres emocionalmente disponibles que:

  • Escuchen activamente
  • Validen sus sentimientos
  • Ofrezcan orientación y apoyo
  • Muestren interés genuino por su mundo interior
  • Compartan sus propias experiencias de fe

Presencia formativa

Los padres son los primeros y principales educadores de sus hijos, especialmente en la fe. Esta responsabilidad implica:

  • Transmitir valores y principios cristianos
  • Establecer límites claros y consistentes
  • Fomentar la autonomía responsable
  • Ser mentores en el desarrollo del carácter
  • Presentar a Dios como un Padre amoroso

Construyendo un matrimonio fuerte en tiempos de cambio

Para enfrentar los desafíos actuales y ser padres efectivos, las parejas necesitan:

  1. Comunicación profunda: Ir más allá de lo superficial, compartiendo sueños, temores, necesidades y expectativas.
  2. Priorizar la relación conyugal: Recordar que un matrimonio sólido es el mejor regalo para los hijos.
  3. Adaptabilidad: Flexibilidad para ajustarse a los cambios sin perder la esencia del compromiso.
  4. Corresponsabilidad: Compartir equitativamente tanto las responsabilidades como las alegrías de la vida familiar.
  5. Crecimiento mutuo: Buscar oportunidades para desarrollarse como personas y como pareja.
  6. Vida espiritual compartida: Orar juntos, participar en la vida de la comunidad de fe y nutrir la dimensión espiritual del matrimonio.
  7. Confianza en la providencia divina: Reconocer que los esfuerzos humanos, por valiosos que sean, necesitan ser sostenidos y completados por la gracia de Dios.

Conclusión

En un mundo de cambios acelerados donde las estructuras tradicionales se redefinen, la necesidad de matrimonios sólidos y padres presentes se vuelve más crucial que nunca. Sin embargo, esta tarea solo es plenamente realizable cuando se fundamenta en Dios como fuente del verdadero amor y fortaleza para la familia.

Los hijos necesitan el testimonio de una relación conyugal fundamentada en el amor maduro, consciente y comprometido, que les brinde seguridad, orientación y ejemplo para su propio desarrollo. Pero este amor humano, por sí solo, es insuficiente; necesita ser nutrido constantemente por el amor divino que lo trasciende y le da sentido.

El desafío para las parejas de hoy consiste en construir una relación que integre los valores fundamentales del matrimonio con una visión renovada de la complementariedad, adaptada a las necesidades del mundo contemporáneo, y centrada firmemente en la fe en Dios. Solo así podrán ofrecer a sus hijos el ambiente propicio para crecer como personas plenas, capaces de construir a su vez relaciones saludables y una sociedad más humana y más cercana al plan divino para la familia.

Libro SUSUSU – SU ACCIÓN

Maridos, amen a sus esposas como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, purificándola mediante el baño del agua, en virtud de la palabra, y presentársela resplandeciente a sí mismo, sin que tenga mancha ni arruga ni cosa parecida, sino que sea santa e inmaculada. Así deben amar los maridos a sus mujeres como a sus propios cuerpos. El que ama a su mujer se ama a sí mismo. Porque nadie aborrece jamás su propia carne; antes bien, la alimenta y la cuida con cariño, lo mismo que Cristo a la Iglesia, pues somos miembros de su cuerpo. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una carne. Gran misterio es este, lo digo respecto a Cristo y la Iglesia. En todo caso, también ustedes, que cada uno ame a su mujer como a sí mismo; y la mujer, que respete al marido. Efesios 5, 25-33

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Servir a Dios juntos es una oportunidad para fortalecer el amor conyugal

El matrimonio católico es mucho más que una simple unión entre dos personas; es un camino compartido hacia la santidad. Cuando dos corazones deciden recorrer juntos el sendero de la fe, descubren que servir a Dios en comunión no solo enriquece su vida espiritual, sino que también fortalece profundamente su vínculo conyugal. En este artículo, exploraremos cómo el servicio compartido a Dios se convierte en una poderosa oportunidad para cultivar y hacer florecer el amor matrimonial.

El propósito compartido fortalece el vínculo

San Juan Pablo II nos enseñaba que el matrimonio es una “comunión de personas” orientada hacia un fin común. Cuando los esposos dirigen su mirada hacia el mismo horizonte —el servicio a Dios y a los demás— experimentan una profunda unidad de propósito que trasciende las preocupaciones cotidianas.

Esta misión compartida actúa como un poderoso adhesivo espiritual. Los esposos que sirven juntos a Dios:

  • Desarrollan una visión común de la vida
  • Alinean sus prioridades en torno a valores trascendentes
  • Construyen memorias significativas basadas en experiencias de servicio
  • Aprenden a depender mutuamente de sus dones complementarios

El servicio revela nuevas facetas del cónyuge

Cuando servimos junto a nuestro esposo o esposa, tenemos el privilegio de contemplar dimensiones de su persona que quizás permanecen ocultas en la rutina diaria. Ver a nuestro cónyuge, entregar su tiempo y talentos desinteresadamente por los demás nos permite admirarle desde una nueva perspectiva.

María y José, voluntarios en el comedor parroquial durante cinco años, comparten: “Cuando veo a mi esposo consolar a una persona sin hogar con tanta ternura, redescubro por qué me enamoré de él. Su capacidad para ver a Cristo en los más necesitados me conmueve profundamente y renueva mi amor cada semana”.

Aprendiendo a amar como Dios ama

El servicio compartido se convierte en una escuela de amor auténtico. Al servir juntos, los esposos:

  1. Practican la generosidad mutua: El dar desinteresadamente a los demás cultiva la misma actitud dentro del matrimonio.
  2. Crecen en humildad: Reconocer las limitaciones propias y valorar las fortalezas del cónyuge en el servicio.
  3. Desarrollan la paciencia: El servicio a menudo presenta retos que requieren perseverancia y comprensión mutua.
  4. Fortalecen la comunicación: Coordinar esfuerzos de servicio exige una comunicación clara y constante.

Formas concretas de servir juntos como matrimonio

En la comunidad parroquial:

  • Servir en el MFC
  • Participar como matrimonio en la catequesis
  • Acompañar a parejas que se preparan para el matrimonio
  • Colaborar en la liturgia como lectores o ministros extraordinarios
  • Formar parte del coro

En el hogar:

  • Crear un ambiente de oración compartida
  • Practicar la hospitalidad, acogiendo a personas solas o necesitadas
  • Educar a los hijos en la fe y el servicio

En la sociedad:

  • Participar en proyectos de ayuda a los más vulnerables
  • Apoyar iniciativas que promuevan la dignidad humana y la familia
  • Defender la vida y los valores cristianos con el testimonio de su amor

Los frutos espirituales del servicio compartido

El matrimonio que sirve unido a Dios cosecha abundantes frutos:

  • Mayor intimidad espiritual: Compartir experiencias profundas de fe crea un vínculo que trasciende lo puramente emocional.
  • Resiliencia ante las dificultades: Las parejas que sirven juntas desarrollan recursos espirituales que les ayudan a enfrentar crisis.
  • Alegría auténtica: Como nos recuerda el Papa Francisco, “la alegría del amor se vive en medio del dolor y el sufrimiento, cuando amamos”. El servicio nos sumerge en esta paradoja evangélica.
  • Testimonio vivo para los hijos: Los niños aprenden el valor del servicio y el amor desinteresado al ver a sus padres entregarse juntos.

Superando obstáculos

El camino del servicio compartido no está exento de desafíos. Es común encontrar resistencias como:

  • Diferentes intereses o carismas
  • Limitaciones de tiempo por responsabilidades familiares
  • Desequilibrio en el compromiso

Para superar estos obstáculos, es fundamental:

  • Discernir juntos, en oración, dónde Dios les llama a servir como matrimonio
  • Respetar también los espacios de servicio individual de cada cónyuge
  • Mantener un equilibrio entre el servicio externo y la atención a la propia familia
  • Evaluar periódicamente si el servicio fortalece o debilita la relación

El servicio como camino de santificación conyugal

El servicio compartido a Dios se convierte así en un camino privilegiado hacia la santidad matrimonial. Como nos recuerda San Pablo, “el amor nunca pasará” (1 Corintios 13,8). Cuando los esposos ponen sus dones al servicio de Dios y los demás, participan del amor eterno que es la esencia misma de Dios.

Servir juntos no es solo una actividad que se añade a la vida matrimonial; es una dimensión esencial que revela y actualiza la gracia sacramental. Es, en definitiva, una oportunidad suprema para que el amor florezca y madure a imagen del amor divino.

¿Y tú? ¿Cómo estás cultivando el amor en tu matrimonio a través del servicio compartido? Te invitamos a reflexionar y dar el siguiente paso junto a tu cónyuge en este hermoso camino.

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Objetivo general del MFC

  1. El MFC en su Estatuto Latinoamericano, señala su objetivo general, así:

“El Movimiento Familiar Cristiano es un movimiento de Iglesia, de ámbito latinoamericano, cuyo objetivo es la evangelización y la promoción de la familia, desarrollando sus valores humanos y cristianos, a fin de capacitarla para cumplir su misión de formadora de personas, educadora en la fe y promotora del bien común y defensora de la vida“.

1. La familia formadora de personas

  1. Si la persona es imagen creada suprema del Dios comunitario, formarla es ayudarla y sostenerla a que sea plenamente la imagen de ese Dios, impulsándola a su realización en la apertura a los demás. La persona se forma en un ambiente o comunidad de amor, en un ejercicio de amor, porque se le enseña a amar. Esto supone:
  • Ayudar y sostener a cada persona a que sea plenamente la imagen de Dios.
  • Descubrir, respetar y promover los valores individuales de cada uno de los integrantes de la familia.
  • Crear una nueva forma de educación para el amor desde la infancia.
  • Valorar a los jóvenes, considerándolos como personas y como signo profético de los tiempos.
  • Asumir, por parte de cada miembro de la familia, el papel de amor salvación que a cada uno corresponde dentro del hogar, de la sociedad y de la Iglesia.
  • Descubrir el hogar como comunidad de vida y de amor que educa para el amor.

2. La familia educadora en la fe

  1. Educar en la Fe es ayudar, sostener y orientar en el camino del encuentro interpersonal con Cristo, Amor del Padre manifestado a los hombres.

Al acentuar la vivencia del Sacramento del Matrimonio, la familia es verdaderamente la Iglesia Doméstica, que se proyecta como signo de salvación integral. Esto requiere una actitud permanente de conversión personal y que la educación en la fe sea coeducación entre padres e hijos, en un clima de amor y de diálogo.

  1. Para que la familia cumpla con su misión de educadora en la fe es necesario “dotarla de elementos que le restituyen su capacidad evangelizadora, de acuerdo con la Doctrina de la Iglesia (Familia, Medellín).

Educar en la fe es:

  • Ayudar, sostener y orientar en el camino del encuentro interpersonal con Cristo.
  • Acentuar la vivencia del Sacramento del Matrimonio.
  • Hacer de la familia una Iglesia Doméstica, signo de salvación integral.
  • Dotar a la familia de elementos que le restituyan su capacidad evangelizadora.

3. La familia, promotora del bien común

  1. El que la familia del MFC sea promotora del bien común implica un cambio en lo personal y en lo familiar para:

Ser promotora del bien común por medio de una conversión que implique:

  • Realizar un cambio en lo personal y lo familiar para cooperar en la transformación hacia el desarrollo integral, por medio de unas estructuras sociales más justas.
  • Integrar a la familia en la labor pastoral de la Iglesia y en el proceso de liberación de todas las esclavitudes que nos atan.

    4. Defensora de la vida

    Ser una familia defensora de la vida comienza con valorar la vida y la familia misma. No se defiende lo que no se valora, y esta valoración debe ser tanto intelectual como del corazón y la experiencia. Los testimonios son fundamentales para aprender a valorar el don de la vida y la familia. Es importante hacer visibles las alegrías y bienes que traen los hijos… como respuesta a la propaganda que los presenta como problemas.

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    Padre Pedro Richards: Fundador del MFC

    Un visionario al servicio de las familias

    El Padre Pedro Richards (1911-2004) fue un sacerdote pasionista argentino cuya vida estuvo dedicada a la evangelización y fortalecimiento de las familias en América Latina. Conocido como el “Apóstol de la familia” y “Centinela de la familia”, su legado continúa inspirando a matrimonios y familias en todo el continente.

    Orígenes y vocación

    Nacido como Juan Enoch Richards el 31 de diciembre de 1911 en el barrio de Belgrano, Buenos Aires, provenía de una familia católica de ascendencia irlandesa y galesa. Desde pequeño mostró una profunda devoción religiosa, levantándose temprano para acompañar a su madre a misa diaria.

    A los 12 años sintió el llamado sacerdotal mientras escuchaba a un misionero en la “iglesia redonda” de Belgrano. Tras un primer intento frustrado por problemas de salud, finalmente ingresó a la Congregación de los Padres Pasionistas en 1933, siendo ordenado sacerdote el 25 de agosto de 1940.

    El nacimiento del Movimiento Familiar Cristiano

    Su mayor contribución a la Iglesia comenzó en 1948, cuando inició su pastoral familiar centrada en la formación de grupos de matrimonios. El 25 de noviembre de 1948 fundó el primer grupo de lo que luego se conocería como Movimiento Familiar Cristiano (MFC), dedicándose por completo a esta labor desde 1949.

    A partir de 1952 se estableció en Montevideo, Uruguay, desde donde expandió el MFC por toda América Latina:

    • 1955: Brasil, Venezuela, Colombia, Perú, Chile y Paraguay
    • 1957-1958: Ecuador, Bolivia, México y Cuba
    • 1959-1960: Países de América Central, Panamá y Puerto Rico

    Un pionero en la pastoral familiar

    El Padre Richards desarrolló conceptos innovadores para su época, como la “espiritualidad matrimonial” y el “Cristo nupcial o Tercero del Matrimonio”, ideas que inicialmente fueron cuestionadas. Su visión de la familia como “Iglesia doméstica” se convirtió en un modelo central en el carisma del MFC.

    Su incansable labor lo llevó a participar en:

    • El Concilio Vaticano II como consultor
    • El Sínodo de la Familia de 1980 como experto asistente
    • Numerosos congresos y encuentros internacionales sobre la familia

    En 1979 fundó en Montevideo el Centro Nacional de Planificación Natural de la Familia (CENAPLANF) para difundir la doctrina de la encíclica Humanae vitae.

    Legado y reconocimientos

    Autor de numerosos libros y artículos sobre pastoral familiar, entre ellos:

    • “Matrimonios en búsqueda de Dios” (1965)
    • “En el misterio de la familia” (1976)
    • “Cristificando la familia” (1987)

    En 2007, la Confederación Internacional de Movimientos Familiares Cristianos le otorgó póstumamente el premio Cardenal Cardjin por su labor en pro de la pastoral familiar.

    Sus últimas palabras y testimonio

    Antes de su fallecimiento el 30 de octubre de 2004, dejó tres mensajes finales:

    1. “Que todas las familias del MFC recen el rosario diariamente”
    2. “Que los obstáculos que encuentren sean piedras que como escalones les permitan ascender hacia Dios”
    3. “No dejen que se apague la antorcha del MFC”

    El Padre Pedro Richards fue descrito como “intuitivo, vital, incansable, servicial, siempre disponible, aparentemente duro y estricto pero tierno y comprensivo a la vez; inteligente, valiente y firme en sus convicciones, creativo en sus actividades, claro en sus ideas, respetuoso del Magisterio pontificio, visionario renovador y pionero audaz.”

    Su vida sacerdotal se caracterizó por tres ejes fundamentales: el testimonio de espiritualidad, la vida comunitaria y la acción misionera entre las familias.


    Este artículo está basado en la biografía oficial de la Comisión Sede del MFC en la Argentina.

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    Evangelizando en Comunidad: La Misión del MFC

    El Movimiento Familiar Cristiano (MFC) es un movimiento de laicos comprometidos con la evangelización y el fortalecimiento de la familia cristiana. Trabajamos en equipos que buscan transformarse en auténticas comunidades cristianas, donde se vive la fe, la esperanza y el amor fraterno.

    Aunque sabemos que no podemos abarcar toda la problemática familiar y social actual, como parte activa de la Iglesia, contribuimos a iluminar la realidad del ser humano y la familia con la Buena Noticia: es posible construir juntos el Reino de Dios, un mundo más humano, más justo y más fraterno.

    En un entorno donde los valores familiares auténticos parecen perderse, el MFC asume el desafío de ser testimonio vivo y denuncia profética ante los males de la sociedad actual. A través de nuestra actuación apostólica, realizamos la misión que la Iglesia nos ha encomendado: formar familias cristianas que sean luz en medio de la oscuridad.

    Jornada Intensa de Evangelización: Nuestro Fin de Semana

    Este fin de semana ha sido verdaderamente bendecido para nuestra comunidad del MFC. Tuvimos la dicha de realizar dos actividades fundamentales para nuestra misión evangelizadora:

    Retiro de Kerygma

    El sábado se llevó a cabo nuestro esperado Retiro de Kerygma, donde varios matrimonios participaron en un encuentro profundo con el mensaje central del Evangelio. La jornada comenzó con dinámicas de integración y continuó con charlas testimoniales que movieron corazones. Los participantes experimentaron un renovado fervor por la fe, compartiendo experiencias personales que fortalecieron los lazos comunitarios.

    Agradecemos especialmente a los matrimonios que asistieron y a los matrimonios servidores que hicieron posible este espacio de encuentro con Cristo. Los matrimonios salieron renovadas, con herramientas concretas para vivir su fe en el hogar y transmitir esos valores a sus hijos.

    Jornada de Kerygma

    El domingo continuamos con nuestra Jornada de Kerygma, enfocada en el anuncio gozoso del Evangelio y la invitación a formar parte de nuestra comunidad. Durante esta jornada pudimos profundizar en el servicio, la oración comunitaria y el compromiso apostólico.

    La participación fue destacable, con varios matrimonios que regresaron a sus hogares con entusiasmo por integrarse al movimiento. Los testimonios compartidos reflejaron el poder transformador de vivir la fe en comunidad y el impacto positivo que esto tiene en la vida matrimonial y familiar.

    Jornada Anual de Animadores Juveniles en Campo 9

    Un momento destacado de este fin de semana fue la participación de nuestros jóvenes en la Jornada Anual de Animadores Juveniles realizada en Campo 9, Diócesis de Coronel Oviedo. Este encuentro formativo reunió a jóvenes líderes de diversas comunidades, todos comprometidos con la evangelización juvenil.

    Los animadores regresaron revitalizados, con nuevas herramientas pastorales y con una red de apoyo ampliada, listos para implementar lo aprendido en sus respectivas comunidades. Esta experiencia confirma que la formación continua de nuestros líderes juveniles es fundamental para asegurar la continuidad y el crecimiento del MFCJ.

    Curso SUSUSU en varias Diócesis

    SU SU SU (SU Ser, SU Vida, SU Acción)

    Como parte de nuestro compromiso con la formación integral continua, este fin de semana también se llevó a cabo el Curso SUSUSU en varias diócesis del país. Este programa formativo, cuyo nombre evoca el SU SU SU (SU Ser, SU Vida, SU Acción) , busca dar a conocer y amar más a nuestro querido movimento. “Amamos lo que conocemos”.

    Los matrimonios servidores y experimentados del MFC, compartieron informaciones importantes.

    Los asistentes destacaron la metodología vivencial del curso, que combina la enseñanza teórica con ejercicios prácticos que pueden implementarse inmediatamente en la vida cotidiana. Las dinámicas grupales permitieron crear redes de apoyo entre las familias, fomentando el sentido de pertenencia a una comunidad que comparte valores y desafíos similares.

    Al concluir el curso, los participantes renovaron su compromiso de ser “iglesias domésticas” donde se vive y transmite la fe a las nuevas generaciones. Este programa sigue demostrando ser una herramienta efectiva para fortalecer el tejido familiar cristiano en nuestra sociedad.

    Próximas Actividades

    Te invitamos a estar atento a nuestras próximas actividades y a participar activamente en esta misión de evangelizar a las familias. Juntos, como comunidad cristiana, podemos ser agentes de cambio en una sociedad que necesita urgentemente redescubrir el valor de la familia como célula fundamental.

    ¡El MFC te espera con los brazos abiertos para construir juntos el Reino de Dios!

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    La importancia de pertenecer al MFC: Un camino de crecimiento para matrimonios y familias

    ¿Qué es el Movimiento Familiar Cristiano?

    El Movimiento Familiar Cristiano (MFC) es mucho más que una organización; es una familia extendida donde matrimonios y familias encuentran un espacio para crecer juntos en fe, amor y compromiso. Fundado con la visión de fortalecer los lazos matrimoniales bajo los valores cristianos, el MFC se ha convertido en un pilar fundamental para miles de familias que buscan vivir plenamente su vocación matrimonial.

    • Formadora de personas
    • Educadora en la fe
    • Promotora del bien común
    • Defensora de la vida

    Un espacio para crecer juntos

    Iniciar el camino matrimonial es como emprender un viaje por territorio desconocido. Aunque emocionante, pueden surgir desafíos que requieren apoyo y orientación. El MFC ofrece precisamente ese respaldo: un lugar donde encontrarás:

    • Matrimonios con experiencia dispuestos a compartir su sabiduría sin juzgar
    • Herramientas prácticas para fortalecer la comunicación y resolver conflictos
    • Amistades auténticas basadas en valores compartidos

    Fortalecimiento de los pilares matrimoniales

    En un mundo donde los valores tradicionales del matrimonio enfrentan constantes desafíos, el MFC proporciona un fundamento sólido. A través de reuniones periódicas, retiros y actividades, los matrimonios participantes fortalecen:

    • La comunicación efectiva
    • El respeto mutuo
    • La espiritualidad compartida
    • El proyecto de vida en común

    Prevención antes que intervención

    Muchos matrimonios buscan ayuda cuando los problemas ya son graves. El MFC ofrece un enfoque preventivo, brindando espacios para dialogar sobre temas fundamentales antes que se conviertan en conflictos. Esta perspectiva proactiva ha salvado innumerables matrimonios de crisis que podrían haberse evitado.

    Redescubrir el carisma que nos une

    Si ya formas parte de esta gran familia, sabes que el MFC tiene un carisma especial que transforma vidas. Este espíritu único se renueva constantemente a través de:

    • El servicio desinteresado a otras familias
    • El testimonio coherente de vida
    • La formación continua en valores
    • La vivencia comunitaria de la fe

    Profundizando en nuestra misión

    El MFC no es solo para recibir sino también para dar. Cada matrimonio que ha experimentado la transformación está llamado a convertirse en agente de cambio para otras familias. Esta misión se vive de diversas maneras:

    • Acompañando a matrimonios, familias y jóvenes
    • Participando activamente en los equipos de servicio
    • Llevando el mensaje del MFC a nuevos entornos
    • Siendo testimonio vivo de los valores familiares cristianos

    Un camino de santidad matrimonial

    Lo que comenzó como un grupo de apoyo puede convertirse en un auténtico camino de santidad para los matrimonios. El MFC nos recuerda constantemente que el amor conyugal es reflejo del amor divino, y que cada pequeño acto de entrega en la vida familiar tiene un valor eterno.

    Beneficios concretos de pertenecer al MFC

    • Vida de equipo
    • Hospitalidad
    • Estudio
    • Vida de oración
    • Uso cristiano de los bienes materiales
    • Compromiso de servicio

    ¿Cómo dar el primer paso?

    Serán miembros del MFC, los fieles católicos de buena voluntad que acepten su objetivo, con la responsabilidad que esto implica. Sus integrantes podrán ser:

    1. Los matrimonios unidos en vínculo sacramental.
    2. Los jóvenes.

    Si estás considerando unirte al MFC, el proceso es sencillo:

    Contacta al equipo coordinador de tu parroquia o diócesis

    1. Asiste a una reunión informativa
    2. Participa en el proceso de integración que inicia con un retiro
    3. Únete a un equipo de matrimonios para reuniones periódicas

    Recuerda que el MFC está abierto a matrimonios sacramentados en diferentes etapas y circunstancias, siempre con un espíritu de acogida y acompañamiento fraterno.

    Un movimiento que transforma vidas

    El Movimiento Familiar Cristiano no es simplemente una actividad más en nuestra agenda. Es una experiencia transformadora que toca todas las dimensiones de la vida matrimonial y familiar. Es un espacio donde las parejas descubren juntas el proyecto de Dios para su matrimonio y encuentran las herramientas para hacerlo realidad.

    Ya sea que estés iniciando tu camino matrimonial o lleves años de experiencia, el MFC tiene algo valioso que ofrecerte. Es una inversión en lo más importante: tu familia. Es un regalo que seguirá dando frutos a través de las generaciones.

    Como dijo San Juan Pablo II, “El futuro de la humanidad se fragua en la familia”. En el MFC encontrarás el apoyo necesario para forjar ese futuro con esperanza, amor y compromiso.

    ¿Te animas a descubrir todo lo que el MFC puede aportar a tu matrimonio? La puerta está abierta y una comunidad te espera con los brazos abiertos.

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    ¡Porque tu familia no es solo familia… es Iglesia viva!

    Queridos matrimonios y familias:

    ¿Y si les dijéramos que su hogar es mucho más que cuatro paredes?
    ¿Y si su matrimonio tuviera un potencial que ni siquiera imaginan?

    UNA VISIÓN QUE SE ADELANTÓ A SU TIEMPO

    Cuando nadie hablaba de la familia como centro espiritual vital, el Movimiento Familiar Cristiano (MFC) ya proclamaba una verdad revolucionaria: su hogar es una auténtica “Iglesia Doméstica”. No una simple metáfora, sino una realidad transformadora que puede cambiar el mundo desde su sala de estar.

    ¿Por qué esperar a que otros reconozcan lo que ya es evidente? El MFC vio lo que muchos tardaron décadas en descubrir: que la espiritualidad no se limita a los templos de piedra, sino que cobra vida en cada abrazo, cada conversación y cada momento de perdón en su hogar.

    REIMAGINANDO SU MATRIMONIO

    ¿Recuerdan la emoción de su boda? Ese día no solo celebraron su amor, sino que iniciaron una aventura espiritual extraordinaria. El MFC ha entendido desde siempre que:

    • Su amor conyugal no es un simple sentimiento, sino un reflejo vivo del amor de Cristo
    • Sus desafíos diarios no son obstáculos, sino oportunidades para crecer en santidad
    • Su intimidad no es solo física, sino un espacio sagrado donde Dios mismo está presente

    UNA MISIÓN FASCINANTE Y URGENTE

    En un mundo fragmentado que cuestiona constantemente el valor del matrimonio y la familia, ustedes tienen una misión crucial:

    “Ser luz en medio de la oscuridad, mostrando que es posible vivir el amor verdadero”

    Imaginen el impacto de miles de familias convertidas en faros de esperanza en vecindarios, escuelas y lugares de trabajo. No es una utopía, es la visión que el MFC ha cultivado durante décadas mientras otros apenas despertaban a esta realidad.

    REINVENTANDO LO COTIDIANO

    ¡Lo ordinario se vuelve extraordinario cuando se vive con propósito! Cada conversación en la mesa, cada decisión compartida, cada reconciliación después de un desacuerdo… todo adquiere una dimensión sagrada cuando reconocemos que:

    • La mesa familiar es un altar donde se comparte más que alimento
    • El diálogo conyugal es una forma de oración
    • El servicio mutuo es liturgia vivida

    LA INVITACIÓN QUE PODRÍA CAMBIAR TODO

    Están ante una encrucijada: seguir viviendo su matrimonio y familia como una realidad meramente social, o abrazar su dimensión espiritual revolucionaria.

    El MFC les extiende la mano para descubrir juntos este tesoro que muchos ignoran. Les invitamos a:

    1. Despertar a la grandeza de su vocación matrimonial
    2. Transformar su hogar en un centro vivo de amor y fe
    3. Irradiar esta experiencia hacia otras familias que necesitan esperanza

    ¿Se atreven a vivir esta aventura? Una revolución silenciosa pero poderosa espera por ustedes. El MFC, pionero en reconocer la familia como Iglesia Doméstica, está listo para acompañarlos en este viaje extraordinario.

    ¡Porque tu familia no es solo familia… es Iglesia viva!

    “El futuro de la humanidad se fragua en la familia” – San Juan Pablo II

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    Primer Pleno Nacional 2025 del MFC

    Publicado el 21 de abril de 2025

    El pasado domingo 6 de abril se llevó a cabo el Primer Pleno Nacional 2025 del Movimiento Familiar Cristiano (MFC), celebrado en el Colegio Área 1 de la Diócesis de Ciudad del Este, Paraguay. Este importante encuentro reunió a representantes y miembros del movimiento de todas las diócesis del país, marcando el inicio de las actividades nacionales para este año.

    Una jornada de renovación y compromiso

    La jornada comenzó temprano con una emotiva celebración eucarística presidida por el asesor nacional del MFC, quien en su homilía resaltó la importancia de fortalecer los valores familiares cristianos en una sociedad cada vez más desafiante. “La familia es el pilar fundamental de nuestra sociedad y el primer espacio de evangelización”, destacó durante su mensaje.

    Tras la misa, los asistentes participaron en diversas actividades y talleres formativos enfocados en los ejes de trabajo para este año: fortalecimiento de la espiritualidad familiar, acompañamiento a matrimonios jóvenes y atención a familias en situaciones especiales.

    Un movimiento con historia y proyección

    El Movimiento Familiar Cristiano lleva 65 años trabajando en Paraguay por el fortalecimiento de la familia según los valores del Evangelio. Su metodología basada en el ver, juzgar y actuar ha permitido acompañar a miles de matrimonios en su crecimiento espiritual y humano.

    Para quienes estén interesados en conocer más sobre el MFC o deseen unirse a alguno de sus grupos, pueden contactar con las coordinaciones diocesanas o parroquiales más cercanas.

    El Primer Pleno Nacional 2025 concluyó con el compromiso renovado de todos los asistentes de ser testimonios vivos del amor familiar cristiano en sus comunidades. Sin duda, este encuentro ha sido un impulso significativo para continuar la importante labor que realiza el MFC en todo el país.


    ¿Interesado en compartir experiencias en el MFC o conocer más sobre sus actividades? Los comentarios están abiertos a continuación.