medida-de-mfc-web

Servir a Dios juntos es una oportunidad para fortalecer el amor conyugal

El matrimonio católico es mucho más que una simple unión entre dos personas; es un camino compartido hacia la santidad. Cuando dos corazones deciden recorrer juntos el sendero de la fe, descubren que servir a Dios en comunión no solo enriquece su vida espiritual, sino que también fortalece profundamente su vínculo conyugal. En este artículo, exploraremos cómo el servicio compartido a Dios se convierte en una poderosa oportunidad para cultivar y hacer florecer el amor matrimonial.

El propósito compartido fortalece el vínculo

San Juan Pablo II nos enseñaba que el matrimonio es una “comunión de personas” orientada hacia un fin común. Cuando los esposos dirigen su mirada hacia el mismo horizonte —el servicio a Dios y a los demás— experimentan una profunda unidad de propósito que trasciende las preocupaciones cotidianas.

Esta misión compartida actúa como un poderoso adhesivo espiritual. Los esposos que sirven juntos a Dios:

  • Desarrollan una visión común de la vida
  • Alinean sus prioridades en torno a valores trascendentes
  • Construyen memorias significativas basadas en experiencias de servicio
  • Aprenden a depender mutuamente de sus dones complementarios

El servicio revela nuevas facetas del cónyuge

Cuando servimos junto a nuestro esposo o esposa, tenemos el privilegio de contemplar dimensiones de su persona que quizás permanecen ocultas en la rutina diaria. Ver a nuestro cónyuge, entregar su tiempo y talentos desinteresadamente por los demás nos permite admirarle desde una nueva perspectiva.

María y José, voluntarios en el comedor parroquial durante cinco años, comparten: “Cuando veo a mi esposo consolar a una persona sin hogar con tanta ternura, redescubro por qué me enamoré de él. Su capacidad para ver a Cristo en los más necesitados me conmueve profundamente y renueva mi amor cada semana”.

Aprendiendo a amar como Dios ama

El servicio compartido se convierte en una escuela de amor auténtico. Al servir juntos, los esposos:

  1. Practican la generosidad mutua: El dar desinteresadamente a los demás cultiva la misma actitud dentro del matrimonio.
  2. Crecen en humildad: Reconocer las limitaciones propias y valorar las fortalezas del cónyuge en el servicio.
  3. Desarrollan la paciencia: El servicio a menudo presenta retos que requieren perseverancia y comprensión mutua.
  4. Fortalecen la comunicación: Coordinar esfuerzos de servicio exige una comunicación clara y constante.

Formas concretas de servir juntos como matrimonio

En la comunidad parroquial:

  • Servir en el MFC
  • Participar como matrimonio en la catequesis
  • Acompañar a parejas que se preparan para el matrimonio
  • Colaborar en la liturgia como lectores o ministros extraordinarios
  • Formar parte del coro

En el hogar:

  • Crear un ambiente de oración compartida
  • Practicar la hospitalidad, acogiendo a personas solas o necesitadas
  • Educar a los hijos en la fe y el servicio

En la sociedad:

  • Participar en proyectos de ayuda a los más vulnerables
  • Apoyar iniciativas que promuevan la dignidad humana y la familia
  • Defender la vida y los valores cristianos con el testimonio de su amor

Los frutos espirituales del servicio compartido

El matrimonio que sirve unido a Dios cosecha abundantes frutos:

  • Mayor intimidad espiritual: Compartir experiencias profundas de fe crea un vínculo que trasciende lo puramente emocional.
  • Resiliencia ante las dificultades: Las parejas que sirven juntas desarrollan recursos espirituales que les ayudan a enfrentar crisis.
  • Alegría auténtica: Como nos recuerda el Papa Francisco, “la alegría del amor se vive en medio del dolor y el sufrimiento, cuando amamos”. El servicio nos sumerge en esta paradoja evangélica.
  • Testimonio vivo para los hijos: Los niños aprenden el valor del servicio y el amor desinteresado al ver a sus padres entregarse juntos.

Superando obstáculos

El camino del servicio compartido no está exento de desafíos. Es común encontrar resistencias como:

  • Diferentes intereses o carismas
  • Limitaciones de tiempo por responsabilidades familiares
  • Desequilibrio en el compromiso

Para superar estos obstáculos, es fundamental:

  • Discernir juntos, en oración, dónde Dios les llama a servir como matrimonio
  • Respetar también los espacios de servicio individual de cada cónyuge
  • Mantener un equilibrio entre el servicio externo y la atención a la propia familia
  • Evaluar periódicamente si el servicio fortalece o debilita la relación

El servicio como camino de santificación conyugal

El servicio compartido a Dios se convierte así en un camino privilegiado hacia la santidad matrimonial. Como nos recuerda San Pablo, “el amor nunca pasará” (1 Corintios 13,8). Cuando los esposos ponen sus dones al servicio de Dios y los demás, participan del amor eterno que es la esencia misma de Dios.

Servir juntos no es solo una actividad que se añade a la vida matrimonial; es una dimensión esencial que revela y actualiza la gracia sacramental. Es, en definitiva, una oportunidad suprema para que el amor florezca y madure a imagen del amor divino.

¿Y tú? ¿Cómo estás cultivando el amor en tu matrimonio a través del servicio compartido? Te invitamos a reflexionar y dar el siguiente paso junto a tu cónyuge en este hermoso camino.

medida-de-mfc-web

Objetivo general del MFC

  1. El MFC en su Estatuto Latinoamericano, señala su objetivo general, así:

“El Movimiento Familiar Cristiano es un movimiento de Iglesia, de ámbito latinoamericano, cuyo objetivo es la evangelización y la promoción de la familia, desarrollando sus valores humanos y cristianos, a fin de capacitarla para cumplir su misión de formadora de personas, educadora en la fe y promotora del bien común y defensora de la vida“.

1. La familia formadora de personas

  1. Si la persona es imagen creada suprema del Dios comunitario, formarla es ayudarla y sostenerla a que sea plenamente la imagen de ese Dios, impulsándola a su realización en la apertura a los demás. La persona se forma en un ambiente o comunidad de amor, en un ejercicio de amor, porque se le enseña a amar. Esto supone:
  • Ayudar y sostener a cada persona a que sea plenamente la imagen de Dios.
  • Descubrir, respetar y promover los valores individuales de cada uno de los integrantes de la familia.
  • Crear una nueva forma de educación para el amor desde la infancia.
  • Valorar a los jóvenes, considerándolos como personas y como signo profético de los tiempos.
  • Asumir, por parte de cada miembro de la familia, el papel de amor salvación que a cada uno corresponde dentro del hogar, de la sociedad y de la Iglesia.
  • Descubrir el hogar como comunidad de vida y de amor que educa para el amor.

2. La familia educadora en la fe

  1. Educar en la Fe es ayudar, sostener y orientar en el camino del encuentro interpersonal con Cristo, Amor del Padre manifestado a los hombres.

Al acentuar la vivencia del Sacramento del Matrimonio, la familia es verdaderamente la Iglesia Doméstica, que se proyecta como signo de salvación integral. Esto requiere una actitud permanente de conversión personal y que la educación en la fe sea coeducación entre padres e hijos, en un clima de amor y de diálogo.

  1. Para que la familia cumpla con su misión de educadora en la fe es necesario “dotarla de elementos que le restituyen su capacidad evangelizadora, de acuerdo con la Doctrina de la Iglesia (Familia, Medellín).

Educar en la fe es:

  • Ayudar, sostener y orientar en el camino del encuentro interpersonal con Cristo.
  • Acentuar la vivencia del Sacramento del Matrimonio.
  • Hacer de la familia una Iglesia Doméstica, signo de salvación integral.
  • Dotar a la familia de elementos que le restituyan su capacidad evangelizadora.

3. La familia, promotora del bien común

  1. El que la familia del MFC sea promotora del bien común implica un cambio en lo personal y en lo familiar para:

Ser promotora del bien común por medio de una conversión que implique:

  • Realizar un cambio en lo personal y lo familiar para cooperar en la transformación hacia el desarrollo integral, por medio de unas estructuras sociales más justas.
  • Integrar a la familia en la labor pastoral de la Iglesia y en el proceso de liberación de todas las esclavitudes que nos atan.

    4. Defensora de la vida

    Ser una familia defensora de la vida comienza con valorar la vida y la familia misma. No se defiende lo que no se valora, y esta valoración debe ser tanto intelectual como del corazón y la experiencia. Los testimonios son fundamentales para aprender a valorar el don de la vida y la familia. Es importante hacer visibles las alegrías y bienes que traen los hijos… como respuesta a la propaganda que los presenta como problemas.

    Libro de SUSUSU 

    medida-de-mfc-web

    El Movimiento Familiar Cristiano: Una historia de amor, fe y compromiso que sigue viva

    NO DEJEN QUE SE APAGUE LA ANTORCHA DEL MFC

    PADRE PEDRO RICHARDS – FUNDADOR EL MFC

    Nacido del Espíritu… a través de la familia

    El Movimiento Familiar Cristiano (MFC) nació a orillas del Río de la Plata, en una época en la que la Iglesia comenzaba a sentir los primeros signos de transformación. En los años previos al Concilio Vaticano II, el Espíritu Santo ya inspiraba nuevas formas de presencia laical, y entre ellas, surgió esta propuesta pastoral inédita: una comunidad de familias que, desde su realidad cotidiana, decidía vivir su vocación como una auténtica misión evangelizadora.

    Corría la década de los 40 y 50, cuando algunos matrimonios y sacerdotes en Uruguay comenzaron a reunirse con el deseo de profundizar su fe, compartir la vida familiar, y encontrar caminos para anunciar el Evangelio en medio de los desafíos sociales y culturales de su tiempo. No se conformaban con una vivencia privada de la fe: querían ser Iglesia desde la familia y para la familia.

    Lo que comenzó como un pequeño grupo de reflexión y oración, pronto se transformó en un verdadero movimiento de renovación familiar, impulsado por el testimonio, el compromiso y el amor compartido.

    Una intuición profética

    Antes de que el Concilio Vaticano II hablara del papel del laicado, antes de que la Iglesia reconociera oficialmente la vocación del matrimonio como camino de santidad, el MFC ya vivía esa realidad. Con una intuición pastoral extraordinaria, el Movimiento promovió la espiritualidad conyugal, entendida como la experiencia concreta de Dios en el amor de la pareja, en la crianza de los hijos, en las decisiones de cada día.

    Además, incorporó a la mujer en espacios de formación y liderazgo, rompió con esquemas clericalistas y apostó por una estructura de corresponsabilidad entre matrimonios y sacerdotes, que trabajaban juntos, en equipo, con igualdad de voz y corazón pastoral.

    También supo ver la urgencia de acompañar a los novios y de preparar a los futuros matrimonios con seriedad, responsabilidad y cariño. Muchas diócesis del continente adoptaron esta metodología, basada en el diálogo, la oración, la revisión de vida y el compartir comunitario.

    Misión latinoamericana: la semilla se multiplica

    El mensaje del MFC no tardó en cruzar fronteras. Gracias al testimonio y al espíritu misionero de tres matrimonios uruguayos —los Soneira, los Gelsi y los Gallinal—, y del sacerdote Pedro Richards, el Movimiento fue sembrándose poco a poco en otros países: Argentina, Paraguay, Chile, México, Colombia, Venezuela…

    En cada nuevo lugar, nacían comunidades vivas, comprometidas, al servicio de las familias de su entorno. Se formaban equipos de base, se adaptaban materiales de formación, se organizaban encuentros nacionales. La semilla caía en tierra fértil.

    En 1957, esa expansión tomó forma institucional con la celebración del Primer Encuentro Latinoamericano del MFC en Montevideo, que reunió a los pioneros del Movimiento y dio origen al Secretariado para Latinoamérica (SPLA). Desde entonces, cada Encuentro Latinoamericano (ELA) ha sido un espacio de comunión, evaluación, formación y discernimiento, en el que se fortalecen los lazos y se definen las líneas comunes de acción.

    Un Movimiento que discierne con los signos de los tiempos

    Desde sus primeros años, el MFC ha vivido un proceso permanente de revisión, evaluación y actualización. Influido por los grandes acontecimientos eclesiales del continente —como el Concilio Vaticano II, Medellín, Puebla y Santo Domingo—, el Movimiento ha procurado responder con fidelidad creativa a los nuevos desafíos de cada época.

    En 1979, durante la X Asamblea General Latinoamericana (AGLA) celebrada en Panamá, se vivió una revisión profunda del ser y quehacer del Movimiento. No se trató solo de renovar estructuras o métodos, sino de reafirmar la identidad y espiritualidad del MFC. Se actualizaron los documentos fundamentales, se redefinieron los objetivos, y se hizo una opción clara por:

    • Promover una espiritualidad encarnada en la vida cotidiana.
    • Fortalecer la formación integral de las familias, con una metodología que combina fe, reflexión y compromiso.
    • Incluir y acompañar también a familias incompletas, heridas o en situación de vulnerabilidad.
    • Trabajar por la justicia social y la transformación de la realidad, especialmente en contextos de pobreza, exclusión y violencia.

    Desde entonces, cada encuentro continental ha sido un nuevo paso en este camino de fidelidad dinámica, donde tradición y renovación van de la mano.

    Una comunidad de comunidades

    El MFC no es una gran organización, ni aspira a serlo. Más bien, es una comunidad de pequeñas comunidades: equipos de matrimonios, grupos de jóvenes, círculos de reflexión, equipos de trabajo… donde se vive la fe en familia, se comparten las alegrías y dolores de la vida cotidiana, y se construye comunidad desde el amor.

    Cada grupo base es un espacio privilegiado para crecer en el diálogo, la oración, la escucha, el compromiso con los demás. Allí se aprende a ser Iglesia desde abajo, a valorar la corresponsabilidad, a caminar juntos como hermanos.

    El Movimiento acompaña a los matrimonios en todas las etapas de su vida: desde los noviazgos jóvenes hasta las familias con hijos adultos. También extiende su misión a los jóvenes, a los niños, a los adultos mayores y a otras realidades familiares que necesitan contención, fe y esperanza.

    Hoy más que nunca, el MFC tiene sentido

    En un mundo marcado por la crisis de vínculos, la soledad, la fragilidad de los compromisos y la pérdida del sentido trascendente, el MFC se presenta como una alternativa vital: un espacio donde la familia no es vista como un ideal inalcanzable, sino como un proceso de crecimiento, perdón y comunión.

    El Movimiento sigue vivo porque sigue siendo necesario. Su misión está más vigente que nunca:

    • Ofrecer formación integral y permanente a las familias.
    • Sostener espacios de espiritualidad conyugal y familiar.
    • Promover la solidaridad y el compromiso social.
    • Ser lugar de acogida y acompañamiento para quienes buscan vivir su fe en comunidad.

    Una historia que continúa… contigo

    El MFC no es un museo del pasado, ni una estructura del ayer. Es una historia viva que se  renueva en cada familia, en cada equipo, en cada servicio pastoral.

    Detrás de sus iniciales, hay rostros concretos: matrimonios que se aman y luchan juntos, hijos que crecen en hogares llenos de fe, comunidades que oran y trabajan unidas, líderes que animan con alegría y generosidad.

    Hoy, más que nunca, necesitamos seguir escribiendo esta historia. Con tu tiempo, tu oración, tu testimonio, tu compromiso. Porque mientras haya una familia que reflexione, ore y actúe en comunidad, el MFC seguirá siendo una buena noticia para la Iglesia y para el mundo.

    LIBRO SUSUSU – SU HISTORIA

    PADRE-PEDRO-RICHARDS-MFC-PY

    Padre Pedro Richards: Fundador del MFC

    Un visionario al servicio de las familias

    El Padre Pedro Richards (1911-2004) fue un sacerdote pasionista argentino cuya vida estuvo dedicada a la evangelización y fortalecimiento de las familias en América Latina. Conocido como el “Apóstol de la familia” y “Centinela de la familia”, su legado continúa inspirando a matrimonios y familias en todo el continente.

    Orígenes y vocación

    Nacido como Juan Enoch Richards el 31 de diciembre de 1911 en el barrio de Belgrano, Buenos Aires, provenía de una familia católica de ascendencia irlandesa y galesa. Desde pequeño mostró una profunda devoción religiosa, levantándose temprano para acompañar a su madre a misa diaria.

    A los 12 años sintió el llamado sacerdotal mientras escuchaba a un misionero en la “iglesia redonda” de Belgrano. Tras un primer intento frustrado por problemas de salud, finalmente ingresó a la Congregación de los Padres Pasionistas en 1933, siendo ordenado sacerdote el 25 de agosto de 1940.

    El nacimiento del Movimiento Familiar Cristiano

    Su mayor contribución a la Iglesia comenzó en 1948, cuando inició su pastoral familiar centrada en la formación de grupos de matrimonios. El 25 de noviembre de 1948 fundó el primer grupo de lo que luego se conocería como Movimiento Familiar Cristiano (MFC), dedicándose por completo a esta labor desde 1949.

    A partir de 1952 se estableció en Montevideo, Uruguay, desde donde expandió el MFC por toda América Latina:

    • 1955: Brasil, Venezuela, Colombia, Perú, Chile y Paraguay
    • 1957-1958: Ecuador, Bolivia, México y Cuba
    • 1959-1960: Países de América Central, Panamá y Puerto Rico

    Un pionero en la pastoral familiar

    El Padre Richards desarrolló conceptos innovadores para su época, como la “espiritualidad matrimonial” y el “Cristo nupcial o Tercero del Matrimonio”, ideas que inicialmente fueron cuestionadas. Su visión de la familia como “Iglesia doméstica” se convirtió en un modelo central en el carisma del MFC.

    Su incansable labor lo llevó a participar en:

    • El Concilio Vaticano II como consultor
    • El Sínodo de la Familia de 1980 como experto asistente
    • Numerosos congresos y encuentros internacionales sobre la familia

    En 1979 fundó en Montevideo el Centro Nacional de Planificación Natural de la Familia (CENAPLANF) para difundir la doctrina de la encíclica Humanae vitae.

    Legado y reconocimientos

    Autor de numerosos libros y artículos sobre pastoral familiar, entre ellos:

    • “Matrimonios en búsqueda de Dios” (1965)
    • “En el misterio de la familia” (1976)
    • “Cristificando la familia” (1987)

    En 2007, la Confederación Internacional de Movimientos Familiares Cristianos le otorgó póstumamente el premio Cardenal Cardjin por su labor en pro de la pastoral familiar.

    Sus últimas palabras y testimonio

    Antes de su fallecimiento el 30 de octubre de 2004, dejó tres mensajes finales:

    1. “Que todas las familias del MFC recen el rosario diariamente”
    2. “Que los obstáculos que encuentren sean piedras que como escalones les permitan ascender hacia Dios”
    3. “No dejen que se apague la antorcha del MFC”

    El Padre Pedro Richards fue descrito como “intuitivo, vital, incansable, servicial, siempre disponible, aparentemente duro y estricto pero tierno y comprensivo a la vez; inteligente, valiente y firme en sus convicciones, creativo en sus actividades, claro en sus ideas, respetuoso del Magisterio pontificio, visionario renovador y pionero audaz.”

    Su vida sacerdotal se caracterizó por tres ejes fundamentales: el testimonio de espiritualidad, la vida comunitaria y la acción misionera entre las familias.


    Este artículo está basado en la biografía oficial de la Comisión Sede del MFC en la Argentina.

    medida-de-mfc-web

    Evangelizando en Comunidad: La Misión del MFC

    El Movimiento Familiar Cristiano (MFC) es un movimiento de laicos comprometidos con la evangelización y el fortalecimiento de la familia cristiana. Trabajamos en equipos que buscan transformarse en auténticas comunidades cristianas, donde se vive la fe, la esperanza y el amor fraterno.

    Aunque sabemos que no podemos abarcar toda la problemática familiar y social actual, como parte activa de la Iglesia, contribuimos a iluminar la realidad del ser humano y la familia con la Buena Noticia: es posible construir juntos el Reino de Dios, un mundo más humano, más justo y más fraterno.

    En un entorno donde los valores familiares auténticos parecen perderse, el MFC asume el desafío de ser testimonio vivo y denuncia profética ante los males de la sociedad actual. A través de nuestra actuación apostólica, realizamos la misión que la Iglesia nos ha encomendado: formar familias cristianas que sean luz en medio de la oscuridad.

    Jornada Intensa de Evangelización: Nuestro Fin de Semana

    Este fin de semana ha sido verdaderamente bendecido para nuestra comunidad del MFC. Tuvimos la dicha de realizar dos actividades fundamentales para nuestra misión evangelizadora:

    Retiro de Kerygma

    El sábado se llevó a cabo nuestro esperado Retiro de Kerygma, donde varios matrimonios participaron en un encuentro profundo con el mensaje central del Evangelio. La jornada comenzó con dinámicas de integración y continuó con charlas testimoniales que movieron corazones. Los participantes experimentaron un renovado fervor por la fe, compartiendo experiencias personales que fortalecieron los lazos comunitarios.

    Agradecemos especialmente a los matrimonios que asistieron y a los matrimonios servidores que hicieron posible este espacio de encuentro con Cristo. Los matrimonios salieron renovadas, con herramientas concretas para vivir su fe en el hogar y transmitir esos valores a sus hijos.

    Jornada de Kerygma

    El domingo continuamos con nuestra Jornada de Kerygma, enfocada en el anuncio gozoso del Evangelio y la invitación a formar parte de nuestra comunidad. Durante esta jornada pudimos profundizar en el servicio, la oración comunitaria y el compromiso apostólico.

    La participación fue destacable, con varios matrimonios que regresaron a sus hogares con entusiasmo por integrarse al movimiento. Los testimonios compartidos reflejaron el poder transformador de vivir la fe en comunidad y el impacto positivo que esto tiene en la vida matrimonial y familiar.

    Jornada Anual de Animadores Juveniles en Campo 9

    Un momento destacado de este fin de semana fue la participación de nuestros jóvenes en la Jornada Anual de Animadores Juveniles realizada en Campo 9, Diócesis de Coronel Oviedo. Este encuentro formativo reunió a jóvenes líderes de diversas comunidades, todos comprometidos con la evangelización juvenil.

    Los animadores regresaron revitalizados, con nuevas herramientas pastorales y con una red de apoyo ampliada, listos para implementar lo aprendido en sus respectivas comunidades. Esta experiencia confirma que la formación continua de nuestros líderes juveniles es fundamental para asegurar la continuidad y el crecimiento del MFCJ.

    Curso SUSUSU en varias Diócesis

    SU SU SU (SU Ser, SU Vida, SU Acción)

    Como parte de nuestro compromiso con la formación integral continua, este fin de semana también se llevó a cabo el Curso SUSUSU en varias diócesis del país. Este programa formativo, cuyo nombre evoca el SU SU SU (SU Ser, SU Vida, SU Acción) , busca dar a conocer y amar más a nuestro querido movimento. “Amamos lo que conocemos”.

    Los matrimonios servidores y experimentados del MFC, compartieron informaciones importantes.

    Los asistentes destacaron la metodología vivencial del curso, que combina la enseñanza teórica con ejercicios prácticos que pueden implementarse inmediatamente en la vida cotidiana. Las dinámicas grupales permitieron crear redes de apoyo entre las familias, fomentando el sentido de pertenencia a una comunidad que comparte valores y desafíos similares.

    Al concluir el curso, los participantes renovaron su compromiso de ser “iglesias domésticas” donde se vive y transmite la fe a las nuevas generaciones. Este programa sigue demostrando ser una herramienta efectiva para fortalecer el tejido familiar cristiano en nuestra sociedad.

    Próximas Actividades

    Te invitamos a estar atento a nuestras próximas actividades y a participar activamente en esta misión de evangelizar a las familias. Juntos, como comunidad cristiana, podemos ser agentes de cambio en una sociedad que necesita urgentemente redescubrir el valor de la familia como célula fundamental.

    ¡El MFC te espera con los brazos abiertos para construir juntos el Reino de Dios!

    medida-de-mfc-web

    La importancia de pertenecer al MFC: Un camino de crecimiento para matrimonios y familias

    ¿Qué es el Movimiento Familiar Cristiano?

    El Movimiento Familiar Cristiano (MFC) es mucho más que una organización; es una familia extendida donde matrimonios y familias encuentran un espacio para crecer juntos en fe, amor y compromiso. Fundado con la visión de fortalecer los lazos matrimoniales bajo los valores cristianos, el MFC se ha convertido en un pilar fundamental para miles de familias que buscan vivir plenamente su vocación matrimonial.

    • Formadora de personas
    • Educadora en la fe
    • Promotora del bien común
    • Defensora de la vida

    Un espacio para crecer juntos

    Iniciar el camino matrimonial es como emprender un viaje por territorio desconocido. Aunque emocionante, pueden surgir desafíos que requieren apoyo y orientación. El MFC ofrece precisamente ese respaldo: un lugar donde encontrarás:

    • Matrimonios con experiencia dispuestos a compartir su sabiduría sin juzgar
    • Herramientas prácticas para fortalecer la comunicación y resolver conflictos
    • Amistades auténticas basadas en valores compartidos

    Fortalecimiento de los pilares matrimoniales

    En un mundo donde los valores tradicionales del matrimonio enfrentan constantes desafíos, el MFC proporciona un fundamento sólido. A través de reuniones periódicas, retiros y actividades, los matrimonios participantes fortalecen:

    • La comunicación efectiva
    • El respeto mutuo
    • La espiritualidad compartida
    • El proyecto de vida en común

    Prevención antes que intervención

    Muchos matrimonios buscan ayuda cuando los problemas ya son graves. El MFC ofrece un enfoque preventivo, brindando espacios para dialogar sobre temas fundamentales antes que se conviertan en conflictos. Esta perspectiva proactiva ha salvado innumerables matrimonios de crisis que podrían haberse evitado.

    Redescubrir el carisma que nos une

    Si ya formas parte de esta gran familia, sabes que el MFC tiene un carisma especial que transforma vidas. Este espíritu único se renueva constantemente a través de:

    • El servicio desinteresado a otras familias
    • El testimonio coherente de vida
    • La formación continua en valores
    • La vivencia comunitaria de la fe

    Profundizando en nuestra misión

    El MFC no es solo para recibir sino también para dar. Cada matrimonio que ha experimentado la transformación está llamado a convertirse en agente de cambio para otras familias. Esta misión se vive de diversas maneras:

    • Acompañando a matrimonios, familias y jóvenes
    • Participando activamente en los equipos de servicio
    • Llevando el mensaje del MFC a nuevos entornos
    • Siendo testimonio vivo de los valores familiares cristianos

    Un camino de santidad matrimonial

    Lo que comenzó como un grupo de apoyo puede convertirse en un auténtico camino de santidad para los matrimonios. El MFC nos recuerda constantemente que el amor conyugal es reflejo del amor divino, y que cada pequeño acto de entrega en la vida familiar tiene un valor eterno.

    Beneficios concretos de pertenecer al MFC

    • Vida de equipo
    • Hospitalidad
    • Estudio
    • Vida de oración
    • Uso cristiano de los bienes materiales
    • Compromiso de servicio

    ¿Cómo dar el primer paso?

    Serán miembros del MFC, los fieles católicos de buena voluntad que acepten su objetivo, con la responsabilidad que esto implica. Sus integrantes podrán ser:

    1. Los matrimonios unidos en vínculo sacramental.
    2. Los jóvenes.

    Si estás considerando unirte al MFC, el proceso es sencillo:

    Contacta al equipo coordinador de tu parroquia o diócesis

    1. Asiste a una reunión informativa
    2. Participa en el proceso de integración que inicia con un retiro
    3. Únete a un equipo de matrimonios para reuniones periódicas

    Recuerda que el MFC está abierto a matrimonios sacramentados en diferentes etapas y circunstancias, siempre con un espíritu de acogida y acompañamiento fraterno.

    Un movimiento que transforma vidas

    El Movimiento Familiar Cristiano no es simplemente una actividad más en nuestra agenda. Es una experiencia transformadora que toca todas las dimensiones de la vida matrimonial y familiar. Es un espacio donde las parejas descubren juntas el proyecto de Dios para su matrimonio y encuentran las herramientas para hacerlo realidad.

    Ya sea que estés iniciando tu camino matrimonial o lleves años de experiencia, el MFC tiene algo valioso que ofrecerte. Es una inversión en lo más importante: tu familia. Es un regalo que seguirá dando frutos a través de las generaciones.

    Como dijo San Juan Pablo II, “El futuro de la humanidad se fragua en la familia”. En el MFC encontrarás el apoyo necesario para forjar ese futuro con esperanza, amor y compromiso.

    ¿Te animas a descubrir todo lo que el MFC puede aportar a tu matrimonio? La puerta está abierta y una comunidad te espera con los brazos abiertos.

    medida-de-mfc-web

    ¡Porque tu familia no es solo familia… es Iglesia viva!

    Queridos matrimonios y familias:

    ¿Y si les dijéramos que su hogar es mucho más que cuatro paredes?
    ¿Y si su matrimonio tuviera un potencial que ni siquiera imaginan?

    UNA VISIÓN QUE SE ADELANTÓ A SU TIEMPO

    Cuando nadie hablaba de la familia como centro espiritual vital, el Movimiento Familiar Cristiano (MFC) ya proclamaba una verdad revolucionaria: su hogar es una auténtica “Iglesia Doméstica”. No una simple metáfora, sino una realidad transformadora que puede cambiar el mundo desde su sala de estar.

    ¿Por qué esperar a que otros reconozcan lo que ya es evidente? El MFC vio lo que muchos tardaron décadas en descubrir: que la espiritualidad no se limita a los templos de piedra, sino que cobra vida en cada abrazo, cada conversación y cada momento de perdón en su hogar.

    REIMAGINANDO SU MATRIMONIO

    ¿Recuerdan la emoción de su boda? Ese día no solo celebraron su amor, sino que iniciaron una aventura espiritual extraordinaria. El MFC ha entendido desde siempre que:

    • Su amor conyugal no es un simple sentimiento, sino un reflejo vivo del amor de Cristo
    • Sus desafíos diarios no son obstáculos, sino oportunidades para crecer en santidad
    • Su intimidad no es solo física, sino un espacio sagrado donde Dios mismo está presente

    UNA MISIÓN FASCINANTE Y URGENTE

    En un mundo fragmentado que cuestiona constantemente el valor del matrimonio y la familia, ustedes tienen una misión crucial:

    “Ser luz en medio de la oscuridad, mostrando que es posible vivir el amor verdadero”

    Imaginen el impacto de miles de familias convertidas en faros de esperanza en vecindarios, escuelas y lugares de trabajo. No es una utopía, es la visión que el MFC ha cultivado durante décadas mientras otros apenas despertaban a esta realidad.

    REINVENTANDO LO COTIDIANO

    ¡Lo ordinario se vuelve extraordinario cuando se vive con propósito! Cada conversación en la mesa, cada decisión compartida, cada reconciliación después de un desacuerdo… todo adquiere una dimensión sagrada cuando reconocemos que:

    • La mesa familiar es un altar donde se comparte más que alimento
    • El diálogo conyugal es una forma de oración
    • El servicio mutuo es liturgia vivida

    LA INVITACIÓN QUE PODRÍA CAMBIAR TODO

    Están ante una encrucijada: seguir viviendo su matrimonio y familia como una realidad meramente social, o abrazar su dimensión espiritual revolucionaria.

    El MFC les extiende la mano para descubrir juntos este tesoro que muchos ignoran. Les invitamos a:

    1. Despertar a la grandeza de su vocación matrimonial
    2. Transformar su hogar en un centro vivo de amor y fe
    3. Irradiar esta experiencia hacia otras familias que necesitan esperanza

    ¿Se atreven a vivir esta aventura? Una revolución silenciosa pero poderosa espera por ustedes. El MFC, pionero en reconocer la familia como Iglesia Doméstica, está listo para acompañarlos en este viaje extraordinario.

    ¡Porque tu familia no es solo familia… es Iglesia viva!

    “El futuro de la humanidad se fragua en la familia” – San Juan Pablo II

    medida-de-mfc-web

    Primer Pleno Nacional 2025 del MFC

    Publicado el 21 de abril de 2025

    El pasado domingo 6 de abril se llevó a cabo el Primer Pleno Nacional 2025 del Movimiento Familiar Cristiano (MFC), celebrado en el Colegio Área 1 de la Diócesis de Ciudad del Este, Paraguay. Este importante encuentro reunió a representantes y miembros del movimiento de todas las diócesis del país, marcando el inicio de las actividades nacionales para este año.

    Una jornada de renovación y compromiso

    La jornada comenzó temprano con una emotiva celebración eucarística presidida por el asesor nacional del MFC, quien en su homilía resaltó la importancia de fortalecer los valores familiares cristianos en una sociedad cada vez más desafiante. “La familia es el pilar fundamental de nuestra sociedad y el primer espacio de evangelización”, destacó durante su mensaje.

    Tras la misa, los asistentes participaron en diversas actividades y talleres formativos enfocados en los ejes de trabajo para este año: fortalecimiento de la espiritualidad familiar, acompañamiento a matrimonios jóvenes y atención a familias en situaciones especiales.

    Un movimiento con historia y proyección

    El Movimiento Familiar Cristiano lleva 65 años trabajando en Paraguay por el fortalecimiento de la familia según los valores del Evangelio. Su metodología basada en el ver, juzgar y actuar ha permitido acompañar a miles de matrimonios en su crecimiento espiritual y humano.

    Para quienes estén interesados en conocer más sobre el MFC o deseen unirse a alguno de sus grupos, pueden contactar con las coordinaciones diocesanas o parroquiales más cercanas.

    El Primer Pleno Nacional 2025 concluyó con el compromiso renovado de todos los asistentes de ser testimonios vivos del amor familiar cristiano en sus comunidades. Sin duda, este encuentro ha sido un impulso significativo para continuar la importante labor que realiza el MFC en todo el país.


    ¿Interesado en compartir experiencias en el MFC o conocer más sobre sus actividades? Los comentarios están abiertos a continuación.

    medida-de-mfc-web

    Compromiso de Servicio: Poniendo Nuestros Dones al Servicio de los Demás

    En el camino de la fe, uno de los llamados más profundos que recibimos es el de servir a los demás. Este compromiso no es una carga sino un privilegio que nos permite seguir el ejemplo de Jesús y contribuir al bienestar de nuestra comunidad.

    Los dones que Dios nos regala

    “Que cada uno sirva a sus hermanos según la capacidad que Dios le ha dado, como buen administrador de los varios dones de Dios” (1 Pe 4, 10). Esta poderosa enseñanza nos recuerda que todos hemos sido bendecidos con diferentes capacidades. Algunos de estos dones son materiales, como los recursos económicos, mientras que otros son humanos: nuestra inteligencia, conocimientos, tiempo y diversas habilidades.

    Estos talentos no están destinados a permanecer dormidos o a ser utilizados exclusivamente para nuestro beneficio personal. Por el contrario, están pensados como instrumentos para el servicio y el bien común.

    El MFC: Un espacio para el servicio

    El Movimiento Familiar Cristiano (MFC) comprende profundamente esta vocación de servicio. Su objetivo fundamental es trabajar en la evangelización de las familias, ofreciendo a todos sus miembros oportunidades para formarse en la acción y compartir generosamente sus capacidades con los demás.

    En el MFC, el servicio se entiende como un proceso completo de dar y recibir, de hablar y escuchar. No se trata de crear dependencias, sino de fomentar la solidaridad auténtica que respeta la dignidad de cada persona.

    Siguiendo el ejemplo de Jesús

    El servicio en el MFC encuentra su inspiración más profunda en la figura de Jesús, quien nos enseñó con su vida que la verdadera grandeza está en la entrega desinteresada. Como nos recuerda el evangelio: “A imitación del Hijo del Hombre que no vino para que lo sirvan, sino a servir” (Mt 20, 28).

    Este ejemplo transformador nos invita a abandonar las actitudes egoístas para abrazar una vida centrada en las necesidades de los demás.

    El relevo generacional: Un desafío constante

    Para que el servicio en el MFC sea sostenible en el tiempo, resulta imprescindible contar con un continuo relevo generacional en sus estructuras y servicios. Esta renovación permite que el movimiento se mantenga vibrante y conectado con las realidades cambiantes de las familias.

    Como nos recuerda Jesús: “la mies es mucha y los obreros pocos” (Mt 9, 37). El campo de acción es inmenso, y siempre hay espacio para más personas dispuestas a comprometerse con esta noble causa.

    Un llamado personal

    El compromiso de servicio es, en última instancia, una respuesta personal al llamado del Señor para trabajar por su Reino. Cada uno de nosotros, con nuestras capacidades únicas, podemos aportar algo valioso a esta misión.

    Al poner nuestros dones al servicio de los demás, no solo contribuimos al bienestar de nuestra comunidad, sino que experimentamos el gozo profundo que viene de vivir conforme al plan que Dios tiene para nosotros.

    ¿Estás listo para descubrir y compartir tus dones? El camino del servicio te espera, con todos sus desafíos y recompensas.

    medida-de-mfc-web

    El Sacramento del Matrimonio: Un Camino de Amor y Servicio

    El matrimonio como sacramento representa uno de los pilares fundamentales de la vida cristiana. Es un compromiso sagrado que va más allá de un simple contrato, transformándose en un vínculo espiritual que refleja el amor de Cristo por su Iglesia.

    La esencia del amor matrimonial

    El amor verdadero constituye la base sobre la cual se construye la persona humana. A diferencia del egoísmo, que instrumentaliza al otro y lo despoja de su dignidad, el amor auténtico edifica, respeta y valora al ser amado en su totalidad. Este principio cobra especial relevancia dentro de la familia cristiana, donde el amor debe manifestarse con mayor intensidad y claridad.

    La perspectiva cristiana nos invita a considerar el amor conyugal como:

    • Una unión única e indisoluble
    • Una fuente abundante de gracia
    • Un camino de salvación y crecimiento personal
    • Un reflejo vivo del amor de Cristo hacia la humanidad

    El sacramento como compromiso activo

    Es importante comprender que el sacramento del matrimonio no funciona como un elemento mágico o automático. La gracia divina que se derrama a través de este sacramento requiere una respuesta consciente y activa por parte de los esposos. Esta respuesta se concreta en la vida cotidiana mediante:

    1. El amor vivido día a día dentro del hogar
    2. El reconocimiento constante de la dignidad del otro
    3. El compromiso mutuo de crecimiento y maduración personal
    4. La apertura al servicio hacia los demás

    La familia como escuela de amor

    El matrimonio cristiano crea un espacio privilegiado para el desarrollo integral de las personas. Es dentro de esta comunidad de amor donde cada miembro encuentra:

    • Reconocimiento de su valor único como persona
    • Oportunidades para madurar en todas las dimensiones humanas
    • Un modelo vivo de entrega y servicio
    • La experiencia concreta del amor incondicional

    Proyección comunitaria del amor matrimonial

    El amor conyugal no se agota en la relación de la pareja ni en los límites del hogar. Para ser verdaderamente signo e imagen del amor de Cristo, este amor debe expandirse hacia los demás. La familia cristiana está llamada a ser:

    • Testimonio vivo del amor de Dios en medio de la sociedad
    • Escuela de servicio y entrega a los necesitados
    • Semilla de transformación social
    • Reflejo del Reino de Dios en la tierra

    El matrimonio como sacramento representa así un doble movimiento: hacia adentro, construyendo personas maduras y plenas; y hacia afuera, sirviendo y transformando la comunidad humana según el modelo del amor de Cristo.