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🚀 MFCJ: Somos Generación de Fe y Propósito en Paraguay

¡Qué día épico vivimos el pasado domingo 5 de octubre! Desde cada diócesis, cada grupo de base, la generación MFCJ dijo presente en la Basílica de Caacupé. Nos unimos a la tradicional Caminata de la Familia y celebramos con una alegría desbordante nuestro Día Latinoamericano del Movimiento Familiar Cristiano. Ver la camiseta azul y blanca de los jóvenes de distintos puntos de Paraguay reunidos fue la prueba viva de que la fe no es cosa de viejos, ¡es la energía que mueve nuestro presente y futuro! Fuimos testigos y protagonistas de que el carisma del MFC tiene un corazón joven y vibrante.


🏃‍♀️🏃 Un Paso a la Vez: La Fe que Mueve a la Juventud

La Caminata de la Familia es mucho más que kilómetros recorridos; es una peregrinación de compromiso. Para nosotros, jóvenes del MFCJ, caminar junto a nuestros padres y matrimonios guías es reafirmar que creemos en la familia como el lugar donde Cristo nos llama a ser santos.

Cada paso hacia la Tupãsy Caacupé se convirtió en una ofrenda: el cansancio se transformó en oración por nuestras propias familias, por el futuro de nuestros noviazgos y por el Movimiento. Es en el camino donde demostramos que, si bien somos jóvenes, tenemos la fuerza y la convicción de defender los valores cristianos en un mundo que nos desafía constantemente.

¡Un Corazón Nacional Unificado! Es importante destacar que esta fiesta de la fe no fue solo en Caacupé. Con gran alegría y fervor, supimos que la Caminata por la Familia también se replicó en otras diócesis donde el Movimiento Familiar Cristiano tiene una fuerte presencia. Desde el norte hasta el sur, y el este y el oeste, las familias MFC de Paraguay salieron a las calles para testimoniar su fe y su compromiso con la vida y el matrimonio. ¡Fuimos una sola voz y un solo caminar en todo el país!


💎 Nuestro ADN de Conquistadores: La Roca de Richards

Lo que hizo este día realmente especial fue nuestra masiva y alegre presencia celebrando el Día Latinoamericano del MFC. ¡Demostramos que el MFCJ está fuerte y listo para tomar la posta!

En medio de la fiesta de la fe, es vital recordar el espíritu que nos legó nuestro querido fundador, el Padre Pedro Richards. Sus palabras son un motor para la vida de todo joven que busca la santidad:

“Que los obstáculos que encuentren sean piedras, que como escalones, les permitan ascender hacia Dios.”

Esta frase es nuestra hoja de ruta. En la vida de un joven católico, siempre habrá piedras: la presión social, las dudas, la lucha por la pureza, las tentaciones de un mundo secularizado. ¡Pero el Padre Richards nos enseña a no verlas como tropiezos, sino como escalones! Cada “no” a la tentación, cada esfuerzo por estudiar y servir, cada sacrificio en el apostolado, nos acerca un peldaño más a la cima que es Cristo. ¡Somos una generación llamada a la excelencia y a no conformarnos con la mediocridad!


👑 El Llamado de San Pablo: Sé Modelo, No Seguidor

Jóvenes, la Iglesia no espera a que seamos “grandes” para darnos una misión; ¡la misión es ahora! San Pablo, en su carta a Timoteo, nos da el desafío más grande de nuestras vidas:

“No dejes que te critiquen por ser joven. Trata de ser el modelo de los creyentes por tu manera de hablar, tu conducta, tu caridad, tu fe y tu vida irreprochable.” (1 Carta a Timoteo 4, 12)

¡Este es nuestro carnet de identidad como MFCJ! Estamos llamados a ser modelos en la universidad, en el trabajo, con nuestros amigos. Esto significa:

  1. Hablar con respeto y verdad.
  2. Tener una Conducta que refleje la pureza de Cristo.
  3. Vivir una Caridad activa, saliendo de nosotros mismos.
  4. Mantener una Fe firme, sin miedo al qué dirán.

¡MFCJ de Paraguay! Su energía en Caacupé fue una profecía de esperanza. Sigamos viviendo con esta pasión y radicalidad evangélica. ¡Que su ejemplo inspire a muchos más a caminar con Cristo! ¡Estamos para cosas grandes!


El Día Latinoamericano y la Caminata en Caacupé nos reafirman: el MFCJ está más vivo que nunca. Hemos renovado nuestro compromiso de ser jóvenes que transforman desde la fe, sin temor a los obstáculos. Agradecemos a todos los que hicieron posible esta jornada. ¡Nos vemos en el próximo desafío! ¡A seguir caminando con paso firme hacia Dios!

“No dejes que te critiquen por ser joven. Trata de ser el modelo de los creyentes por tu manera de hablar, tu conducta, tu caridad, tu fe y tu vida irreprochable.” (1 Carta a Timoteo 4, 12)

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Un Legado de Fe: ¿Por qué celebramos el Día Latinoamericano del MFC?

Cada primer domingo de octubre, los corazones de miles de familias emefecistas en toda América Latina laten con un mismo sentir, unidos en oración y gratitud. Pero, ¿alguna vez nos hemos detenido a pensar por qué celebramos nuestro día en esta fecha específica? No es una casualidad, sino un hermoso y profundo tributo a las raíces de nuestro movimiento, oficializado con un claro propósito misionero.

Un Homenaje a Nuestro Fundador, el Padre Pedro Richards

La elección del primer domingo de octubre como el Día del Movimiento Familiar Cristiano en América Latina está íntimamente ligada a la figura de nuestro fundador, el Siervo de Dios, el Padre Pedro Richards. Fue él quien, inspirado por el Espíritu Santo, encendió la llama de este movimiento que hoy ilumina a tantos hogares.

La inspiración para la fecha surge por su cercanía al aniversario de su Pascua, es decir, de su partida a la Casa del Padre, ocurrida el 29 de septiembre de 1956. Años más tarde, esta devoción se formalizó. Fue en la XI Asamblea General Latinoamericana (AGLA) de 1982, en Lima, Perú, donde, buscando una mayor coherencia entre lo que pensamos y lo que hacemos (nuestros campos de acción), se declaró oficialmente que el Primer Domingo de Octubre sería nuestra fecha de celebración continental.

De esta manera, celebrar nuestro día no solo es una forma de honrar la memoria del Padre Richards, sino también de reafirmar nuestro compromiso de llevar su carisma a la acción, agradeciendo a Dios por su vida y recordando permanentemente el legado que nos confió: hacer de cada familia una verdadera “Iglesia Doméstica”.

Más que una Fecha, un Compromiso Renovado

Celebrar este día no es solo mirar al pasado con gratitud, sino sobre todo, mirar al futuro con esperanza y un compromiso renovado. Es una oportunidad para:

  • Recordar nuestra Misión: Reafirmar nuestro llamado a ser fermento en la sociedad, promoviendo los valores del Evangelio en nuestros hogares, trabajos y comunidades.
  • Fortalecer la Unidad: Sentirnos parte de una inmensa familia que trasciende fronteras. Desde México hasta Argentina, miles de matrimonios compartimos el mismo ideal y nos sostenemos mutuamente en la oración.
  • Agradecer el Don del MFC: Dar gracias a Dios por el regalo de este movimiento, que nos ha brindado herramientas, formación y, sobre todo, una comunidad de hermanos con quienes caminar en la fe.

Una Invitación para Ñande Familia MFC Paraguay

Para nosotros, en el corazón de América del Sur, esta celebración tiene un eco especial. Nos invita a mirar a nuestras familias paraguayas y a preguntarnos: ¿cómo estamos viviendo hoy el sueño del Padre Richards? ¿Estamos siendo luz en medio de los desafíos actuales? Que esta jornada nos impulse a vivir con más alegría nuestro sacramento y a ser testigos valientes del amor de Cristo en nuestra querida tierra guaraní.


Un Llamado a Servir

El primer domingo de octubre es un eco del “sí” valiente del Padre Pedro Richards y del “sí” que cada uno de nosotros ha dado al Señor a través del MFC. Que al celebrar este día, renovemos con gozo nuestra promesa, tal como nos enseña la Escritura, y hagamos de nuestros hogares un altar donde el Señor sea siempre el centro.

“Pero yo y mi familia serviremos al Señor.” (Josué 24, 15)

Himno Latinoamericano del Movimiento Familiar Cristiano

Música y Letra Yolanda Sarmiento de Jurado Bucaramanga, Colombia

Con entusiasmo alegre y generoso emefecistas venimos a cantar, Ilevando siempre en mente a la familia por la que todos debemos luchar, buscando siempre nobles ideales como la familia de Nazaret con sus virtudes de fe y esperanza también justicia y solidaridad, con la certeza de que en un mañana lo que Dios quiere sea una realidad.

En las orillas del Río de la Plata se promovió el apostolado familiar y fue naciendo un gran Movimiento defendiendo a la familia universal y como un cóndor extendió sus alas llegando pronto al país del Uruguay, allí iniciaron con mucho carisma el Padre Richard, los Sonería y Gallinal también los Gelsi los acompañaron y fue creciendo más la vida espiritual.

Comprometidos vamos en equipos fomentando en familia la amistad, nuestros hijos caminan con nosotros en juveniles como algo especial, las convivencias se tornan alegres y no olvidamos el Encuentro Conyugal se va asistiendo a todas las familias está presente el Asesor espiritual, el Movimiento Familiar Cristiano ofrece a todos una justa sociedad.

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Un fin de semana de gracia: El MFC Paraguay vibra con fe, servicio y comunidad

El último fin de semana de septiembre ha sido un verdadero Pentecostés para nuestro Movimiento Familiar Cristiano en Paraguay. Desde Curuguaty hasta Ciudad del Este, pasando por Coronel Oviedo y el corazón de nuestras bases, el Espíritu Santo ha soplado con fuerza, renovando corazones, fortaleciendo matrimonios y encendiendo la llama de la fe en nuestros jóvenes. Con el corazón rebosante de gratitud, compartimos un resumen de las bendiciones que Dios derramó sobre nuestra gran familia MFC.

¡Jóvenes en Fuego! La Campa Zonal Curuguaty 2025 Desborda Alegría

¡Curuguaty ardió de fe y aventura! Del 26 al 28 de septiembre, la juventud del MFC se reunió para la esperada Campa Zonal Curuguaty 2025. Fueron tres días épicos donde la rutina quedó atrás para dar paso a una conexión real con Dios y con los hermanos. Entre charlas que desafiaron a vivir una fe auténtica y sin filtros, juegos que desataron risas y compañerismo, y noches de música que encendieron el espíritu de comunidad, cada momento fue una experiencia transformadora.

Extendemos un inmenso agradecimiento a cada joven que respondió “sí” a esta llamada. Regresan a sus hogares no solo con nuevas amistades, sino con la mochila cargada de herramientas para el discipulado y una alegría contagiosa. ¡La juventud del MFC está más viva que nunca! Nuestra gratitud también para los Tíos y jóvenes servidores, cuyo tiempo, amor y alegría donados generosamente son la prueba viva del amor de Dios.

Fortaleciendo el Amor desde la Raíz: Encuentro Conyugales en el Este y el Corazón del País

El amor matrimonial, pilar de la familia y de nuestra sociedad, fue el gran protagonista en varias diócesis, demostrando que invertir en la relación de pareja es el mejor regalo para el hogar.

En la Diócesis de Ciudad del Este, se llevó a cabo con enorme éxito el Encuentro Conyugal N° 56 de Matrimonio Joven. Nuestra querida Base San Lucas fue una anfitriona de lujo, recibiendo con los brazos abiertos a las bases hermanas Espíritu Santo y Cristo Rey.

Mientras tanto, la Diócesis de Coronel Oviedo vivió una doble jornada de bendición. Por un lado, la Casa de Retiro de los Frailes Franciscanos fue sede del Segundo Momento del Encuentro de Matrimonios Jóvenes, un fin de semana transformador. Simultáneamente, la Casa de Retiro Santa María de los Ángeles acogió a los matrimonios jóvenes de las Bases San Lorenzo, Inmaculada Concepción y Campo 9 en un inolvidable Encuentro Conyugal.

En cada uno de estos encuentros, queremos destacar dos pilares fundamentales: los matrimonios participantes, por su valiente decisión de fortalecer su amor; y los matrimonios servidores. A estos últimos, ¡gracias! Su entrega heroica, dejando sus quehaceres e incluso a sus propios hijos por unos días para servir a otras parejas, es un testimonio conmovedor que edifica y sostiene a todo nuestro Movimiento.

Profundizando en la Fe y el Compromiso

El crecimiento espiritual es el motor que nos impulsa. Este fin de semana, varias bases se dedicaron a la formación y a la consolidación de su camino en el MFC.

En el Tinglado de las Hermanas Mercedarias, las Bases Candelaria I, Virgen de Fátima y la Base en Formación Inmaculada Concepción de Thompson participaron del Curso de Espiritualidad – Liturgia Eucarística. Fue una jornada de profundo aprendizaje para vivir con mayor conciencia el misterio central de nuestra fe.

En Villeta, la Base Parroquial San Pedro Apóstol vivió un tiempo de renovación intensa durante su Retiro Kerigmático en la Casa de Retiro “La Barca”, reafirmando el primer anuncio del amor de Dios en sus vidas.

Finalmente, con gran solemnidad, celebramos el Juramento de Membresía de siete matrimonios, quienes ahora son miembros plenos y activos del MFC Paraguay. Acompañados por el Diácono Alberto Arguello y representantes de la Diócesis de San Lorenzo, este acto simboliza un compromiso activo para ser agentes de cambio en su comunidad. Agradecemos al Departamento de Seguimiento por su invaluable servicio para hacer posible este paso fundamental.

Una Familia en Marcha

Cada curso, cada retiro, cada campamento y cada encuentro es una prueba de que el Movimiento Familiar Cristiano es una familia viva, dinámica y en constante camino hacia el Señor. Estos eventos no son fines en sí mismos, sino puntos de partida que nos impulsan a llevar la luz de Cristo a nuestros hogares y comunidades. Agradecemos a Dios por su infinita generosidad y a cada persona que, desde su lugar, hizo posible este fin de semana de gracia. ¡Sigamos caminando juntos, construyendo el Reino de Dios desde el hogar!

“Y todo lo que hagáis, de palabra o de obra, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.” (Colosenses 3, 17)

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Un Fin de Semana de Amor y Servicio: El Corazón del MFC Paraguay en Acción

Cuando el amor se pone en acción, se convierte en servicio. Y cuando el servicio se vive en familia, se transforma en un testimonio vivo de la fe. Este fue el espíritu que se respiró en el Movimiento Familiar Cristiano Paraguay el pasado fin de semana del 20 y 21 de septiembre, una fecha que quedará grabada en el corazón de muchos matrimonios y familias que participaron en distintas actividades de formación, encuentro y servicio en diferentes puntos de nuestro país.

Desde el fortalecimiento de la unión conyugal en Villeta hasta el trabajo silencioso y visionario en Ciudad del Este, cada evento fue un claro reflejo del carisma y la misión que nos convoca: ser instrumentos de Dios para edificar familias santas. Con el corazón lleno de gratitud, queremos compartirles la alegría de lo vivido y el profundo valor de la entrega de cada matrimonio, ya sea participando o sirviendo, en esta hermosa misión.

Fortaleciendo la Unión Joven: Un Segundo Momento de Gracia en Villeta

El amor, como la fe, necesita ser cultivado y nutrido constantemente. Con esta convicción, la Casa de Retiro San Gaspar-La Barca en Villeta se convirtió en un verdadero santuario para el Segundo Momento de Matrimonio Joven, que reunió a bases tan dinámicas como la de San Antonio de Padua y San Lorenzo. Fue una experiencia inolvidable, una pausa en la rutina para que los jóvenes matrimonios tuvieran la oportunidad de invertir en lo más preciado: su relación.

Ver a estas parejas dedicando su tiempo para crecer en la fe y fortalecer los cimientos de su hogar fue un espectáculo de esperanza. Era palpable la alegría, la ilusión y el deseo sincero de construir un matrimonio sólido, con Cristo en el centro. Este tipo de encuentros no son solo eventos; son momentos de gracia en los que el Señor se hace presente de una manera especial, renovando los corazones y los votos matrimoniales de una forma silenciosa, pero poderosa.

Pero la belleza de este encuentro se magnificó por el generoso testimonio de los matrimonios servidores. Ellos, con un desprendimiento que conmueve, dejaron sus hogares, a sus hijos y responsabilidades personales para entregarse por completo a sus hermanos. Su servicio fue un reflejo del amor de Cristo, un amor que no se encierra, sino que se derrama. En cada detalle, en cada gesto de acogida, en cada palabra de aliento, se podía ver el rostro de Jesús. Nos enseñan que el servicio no es una carga, sino un privilegio y el camino más directo para encontrar la verdadera felicidad y construir el Reino de Dios en la tierra, empezando por nuestras propias familias.

Es un recordatorio de la Palabra de Dios: “Porque el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos” (Marcos 10, 45). La entrega desinteresada no solo beneficia a quienes la reciben, sino que transforma a quienes la dan. Es en el acto de servir donde se purifica el corazón y se encuentra el verdadero sentido de la vocación cristiana.

Construyendo Juntos un Legado de Servicio en Ciudad del Este

Mientras el amor conyugal se fortalecía en Villeta, en el otro extremo del país, en la Casa de Retiro Padre Pedro Richards de la Diócesis de Ciudad del Este, un grupo de matrimonios servidores estaba dedicado a una labor de vital importancia para el futuro del MFC. La Comisión de Estudio de Manuales de Procedimiento de los Departamentos y la Escuela del MFC Paraguay se reunió para un encuentro de trabajo que, en realidad, fue un verdadero encuentro de amor y dedicación.

A primera vista, podría parecer una tarea árida y burocrática, pero para estos matrimonios, era un acto de profundo servicio. Están construyendo algo más que manuales; están edificando un legado de claridad, eficiencia y unidad que beneficiará a todas las futuras generaciones de nuestro Movimiento. Su labor incansable no solo busca optimizar nuestra misión, sino que también garantiza que la entrega de cada matrimonio servidor sea más fructífera y ordenada.

Esta es la belleza del servicio en el MFC: cada tarea, por pequeña o técnica que parezca, está llena de significado. Es la entrega de tiempo, de experiencia y de corazón para edificar la casa común, para que la labor de todos sea más fácil y efectiva. Es un testimonio de lo que significa vivir la fe en comunidad, poniendo cada don y cada talento al servicio de los demás. Con su generosidad, estos matrimonios se han convertido en el motor que impulsa al MFC, con un espíritu de entrega total que refleja la multiforme gracia de Dios.

Como nos recuerda la Escritura: “Cada uno ponga al servicio de los demás el don que ha recibido, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios” (1 Pedro 4, 10). Agradecemos a cada miembro de esta comisión por su generosidad, que es un verdadero testimonio del amor por nuestro Movimiento y un faro para las familias paraguayas.

Un Reencuentro Profundo: Renovando la Promesa en San Antonio de Padua

El fin de semana de la gracia no estaría completo sin el emotivo Reencuentro Profundo que vivió la Base San Antonio de Padua en la misma Casa de Retiro San Gaspar. Once matrimonios en total, diez de Matrimonio Tradicional y uno de Matrimonio Joven, se dieron cita para renovar sus promesas, fortalecer sus lazos de amor y, sobre todo, reafirmar su compromiso con el Señor.

Fue un tiempo de gracia, un espacio para reconectar con lo esencial, para recordar que el amor conyugal es un reflejo del amor de Dios y que el sacramento del matrimonio es un camino de santidad. La atmósfera estaba cargada de bendición, de testimonios de vida y de un profundo deseo de seguir creciendo juntos, tanto en pareja como en comunidad.

Queremos extender nuestra más profunda gratitud a cada uno de los matrimonios que asistieron. Su presencia y apertura de corazón hicieron posible este tiempo de gracia. Y, de manera muy especial, honramos a los matrimonios servidores. Ustedes, que con generosidad inmensa dejaron sus hogares y sacrificaron su tiempo de descanso para entregarse a sus hermanos, son un testimonio vivo del amor de Cristo.

“Que cada uno ponga al servicio de los demás el don que ha recibido, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.” 1 Pedro 4, 10

La cita de 1 Pedro 4, 10 resuena fuertemente en este contexto, ya que nos invita a reconocer que cada uno de nosotros ha recibido un don de Dios, y que el propósito de ese don es servir a los demás. El servicio desinteresado de estos matrimonios es un reflejo de esa gracia divina, un ejemplo de cómo la entrega nos acerca más a Dios y a nuestros hermanos, y de cómo el MFC es, en realidad, una gran familia construida sobre los cimientos de la fe, el servicio y el amor mutuo.

Continuemos Caminando Juntos

Este fin de semana ha sido un claro recordatorio de que el Movimiento Familiar Cristiano no es una simple organización, sino una comunidad viva y vibrante, unida por el propósito común de edificar matrimonios y familias fuertes en la fe. Cada encuentro, cada taller, cada reunión de servicio, es un ladrillo más en la construcción de este legado de amor y entrega.

Agradecemos a todos los matrimonios, tanto a los que participaron como a los que sirvieron, por su entrega total y por su amor. Sigamos caminando juntos en esta hermosa misión, porque es en el servicio a los demás donde encontramos la verdadera felicidad y el cumplimiento de nuestra vocación.

“Y no se olviden de hacer el bien y de compartir con otros lo que tienen, porque esos son los sacrificios que agradan a Dios” (Hebreos 13, 16).

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Juntos en el Amor de Dios: El Corazón de la Comunidad de Matrimonios del MFC

En un mundo que a menudo nos invita al individualismo y al aislamiento, ¿qué significa realmente vivir en comunidad? Para los matrimonios y las familias del Movimiento Familiar Cristiano (MFC), la respuesta se encuentra en nuestras Comunidades Familiares de Base. Más que un grupo de personas que se reúne, una comunidad es un reflejo del amor de Dios, un lugar donde la fe se vive, la vida se comparte y el servicio se convierte en un camino de santidad.

Mucho más que reuniones: Una Comunidad de Vida

Nuestra Comunidad Familiar de Base es, ante todo, un espacio de fe y oración. Es donde nos encontramos para reflexionar sobre la Palabra, fortalecer nuestra vida espiritual y rezar unos por otros. Pero no nos detenemos ahí. Como nos dice la Palabra, una fe sin obras está muerta, y en el MFC, la fe nos impulsa a vivir en una comunidad de vida.

Vivir en comunidad no es solo estar juntos; es querernos de verdad. Es esforzarnos por conocer a cada miembro, con sus virtudes y sus fragilidades. Es amar de tal manera que, sin importar lo que pase, el lazo de la caridad nos mantenga unidos. Así como los primeros cristianos, que asombraban a todos, seamos también un testimonio para los que nos rodean.

Servir con Amor: El camino hacia la verdadera comunidad

Para poder compartir la vida de verdad, es necesario abrir el corazón, dejando fuera la maldad y la discordia. Esto implica estar dispuestos a compartir ideas, a dialogar sobre nuestras diferencias con respeto y a realizar la corrección fraterna desde la caridad. Compartir la vida es abrirnos a la reconciliación después de un desencuentro, es poner en común lo que somos y lo que tenemos, sin miedo a mostrarnos vulnerables.

Cuando nos atrevemos a compartir nuestros sentimientos, nuestras alegrías y tristezas, nuestros proyectos y nuestras dudas, construimos una verdadera solidaridad. Es un camino para superar el individualismo, ese “sálvese quien pueda” que el mundo nos ofrece, y construir juntos el Reino de Dios. Servir con amor en la comunidad no es una carga, sino una vocación que nos transforma y nos acerca más a Cristo. Es en el servicio humilde y desinteresado donde encontramos la verdadera felicidad.

Dios nos llama a servir:

  • Gálatas 5, 13 “Hermanos, ustedes han sido llamados a la libertad. Pero no usen esta libertad como pretexto para la carne; al contrario, sírvanse los unos a los otros por medio del amor.”
  • 1 Pedro 4, 10 “Que cada uno ponga al servicio de los demás el don que ha recibido, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.”
  • Filipenses 2, 3-4 “Nada hagan por rivalidad ni por vanagloria, sino con humildad, considerando a los demás como superiores a ustedes mismos. No busquen solamente su propio interés, sino también el de los demás.”

Construyendo el Reino de Dios

Aunque el camino de las Comunidades Familiares de Base puede tener sus desafíos, cada paso que damos es un testimonio vivo. Nos convertimos en un nuevo rostro de la Iglesia, una Iglesia que se hace presente en la vida cotidiana de las familias. Este modelo de vida nos impulsa a ir más allá de nuestras comunidades para transformar la sociedad.

Vivir la justicia, el amor y la solidaridad en acciones concretas no es un ideal lejano, sino una realidad que se construye día a día en cada hogar del MFC. Cada encuentro, cada retiro y cada servicio es una acción que colabora en la edificación del Reino. Sigamos construyendo juntos, con esperanza y el corazón puesto en Dios, una sociedad más justa y más humana.

Conclusión

El camino de nuestra Comunidad Familiar de Base es un llamado a la santidad a través de la vida compartida y el servicio. Al abrirnos unos a otros con amor y humildad, superamos el individualismo y nos convertimos en un testimonio de la presencia de Cristo en el mundo. Sigamos sirviéndonos mutuamente con alegría, sabiendo que en cada acto de amor, construimos el Reino de Dios en nuestros hogares y en nuestra querida patria, Paraguay.

“Porque el Hijo del hombre no ha venido para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud.” (Marcos 10:45)

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Fidelidad Conyugal: El Camino del “Sí” que se renueva cada día

El matrimonio es, en esencia, un camino de fidelidad. Pero, ¿qué significa realmente esa palabra en el contexto de nuestra vida conyugal, más allá de la promesa del día de la boda? En el Movimiento Familiar Cristiano, sabemos que la fidelidad no es solo un juramento, sino una elección diaria y consciente, un acto de amor que se fortalece y se purifica con cada amanecer. Es el compromiso inquebrantable de dos almas que, guiadas por la gracia de Dios, deciden caminar juntas, superando la tentación de buscar la comodidad o la novedad en otro lugar.

La fidelidad conyugal es un reflejo de la fidelidad de Dios mismo. La Biblia nos muestra a lo largo de sus páginas un Dios que es siempre fiel, que no abandona a su pueblo a pesar de sus debilidades. En el libro de Oseas, Dios se compara con un esposo que perdona y restaura a su esposa infiel, Israel. Este pasaje, aunque doloroso, nos revela la inmensidad del amor incondicional y la fidelidad divina: “Te desposaré conmigo para siempre; te desposaré conmigo en justicia y derecho, en amor y compasión. Te desposaré conmigo en fidelidad, y conocerás al Señor” (Oseas 2, 21-22). Este es el modelo de fidelidad al que estamos llamados como esposos, una lección de perseverancia y misericordia que nos invita a imitar a Cristo en nuestra relación.

Más Allá de la Promesa: Un Compromiso Vivo

La fidelidad no se limita a no traicionar al cónyuge. Es una virtud activa que se manifiesta en la dedicación, la paciencia y la entrega total. Es decidir amar a la persona que elegimos, incluso en los días grises, cuando las imperfecciones de la rutina o los desafíos del camino nos tientan a flaquear. Se trata de una decisión que va más allá de los sentimientos, anclada en la voluntad de honrar el sacramento. Es el acto de amor que se hace presente cuando la enfermedad, el estrés laboral o las preocupaciones por los hijos parecen desdibujar el romance inicial.

El apóstol Pablo nos ofrece la hoja de ruta para este amor fiel en su conocida carta a los Corintios:

“El amor es paciente, es servicial; el amor no tiene envidia, no se jacta, no se enorgullece. No es grosero, no busca su interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido. El amor no se alegra de la injusticia, sino que se regocija en la verdad. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta” (1 Corintios 13, 4-7).

Este pasaje no es una descripción idealizada del amor, sino una guía práctica para vivir la fidelidad en lo cotidiano. Es la paciencia ante las diferencias de opinión, el apoyo incondicional en la enfermedad o la pérdida de un ser querido, la humildad al pedir perdón por una palabra hiriente y la alegría al compartir los logros del otro como si fueran propios. Es el compromiso de ser el mayor aliado y el apoyo más firme en la vida de nuestra pareja.

Construyendo la Fidelidad en la Práctica

Vivir la fidelidad en el matrimonio es un ejercicio constante, que se nutre de la gracia de Dios y de acciones concretas. Es un trabajo que florece en la simplicidad de la vida diaria:

  1. Oración en Pareja: Poner nuestra unión en manos de Dios es el pilar más sólido. La oración nos une a Cristo y nos ayuda a ver a nuestro cónyuge con los ojos de Dios, a comprender sus luchas y a amarle de manera más plena. No tiene que ser una oración formal y extensa; un simple Padre Nuestro antes de dormir o una breve oración de gratitud por las bendiciones del día pueden fortalecer el vínculo. “Donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mateo 18, 20).
  2. Comunicación Abierta y Vulnerable: La fidelidad se construye en la confianza. Ser transparentes y honestos el uno con el otro fortalece la confianza. Compartir miedos, sueños y preocupaciones nos hace más vulnerables, pero también más unidos. Esto implica crear un espacio seguro donde cada uno sepa que puede hablar libremente sin temor al juicio, y donde se valora la escucha activa.
  3. Tiempo de Calidad Intencional: En un mundo lleno de distracciones, dedicar tiempo exclusivo a la pareja es un acto de amor radical. Es un “sí” a la otra persona, priorizándola por encima de las obligaciones y los compromisos. Puede ser una cita romántica, una tarde de mate o tereré en el patio, o simplemente un momento para caminar juntos sin un destino fijo, compartiendo el silencio y la compañía.
  4. Perdón Recíproco y Sincero: Nadie es perfecto. La fidelidad también se manifiesta en la capacidad de perdonar y de pedir perdón, sanando las heridas y permitiendo que la relación siga creciendo. El perdón es una gracia que libera y restaura, un eco del amor misericordioso de Dios. Es un acto que requiere humildad y que nos permite soltar el pasado para abrazar un futuro juntos.

La fidelidad conyugal es un don y una tarea. Es un reflejo del amor de Cristo por su Iglesia, un amor que fue fiel hasta el final. Al vivir nuestra fidelidad, no solo fortalecemos nuestra familia, sino que también damos testimonio de la verdad del Evangelio en el mundo. Que la gracia de Dios nos ilumine y fortalezca para ser custodios de este amor fiel, para que nuestro “para siempre” sea un faro de esperanza.

Cita Bíblica Coherente:

“El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.”

  • 1 Corintios 13, 7
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El Secreto de un Matrimonio Feliz y Santo

En el ajetreo diario de la vida, es fácil perder de vista la profundidad y la belleza del llamado al que Dios nos ha invitado. Nuestro matrimonio no es simplemente un acuerdo humano; es un reflejo del amor de Dios en la Tierra. A menudo, el Papa Juan Pablo II nos recordaba que el ser humano no puede vivir sin amor. Él escribió: “el hombre no puede vivir sin amar; su vida permanece incomprensible, sin sentido, si no experimenta el amor, si no ama, si no es amado”.

¿Por qué es tan fundamental? Porque fuimos creados a imagen de Dios que es Amor. Nuestro propósito más profundo es amar y ser amados. Fuimos creados “a imagen de Dios; varón y mujer los creó” (Génesis 1,27). Esta dualidad, en su complementariedad, es un espejo del Amor divino. Como dice la Primera Epístola de Juan, “Dios es amor. El que permanece en el amor, permanece en Dios y Dios en él” (1 Jn 4,16). Nuestro matrimonio es el primer lugar donde este amor debe florecer, transformando nuestra alma y la de nuestro cónyuge.

Un trinomio sagrado: Amor, Sexo y Unidad

El amor conyugal, según la enseñanza de la Iglesia, es una unión sagrada de tres elementos: amor, sexo y unidad. Cuando vivimos este trinomio, nos convertimos en almas agradables a Dios, siguiendo el ejemplo de la Santísima Trinidad.

El amor es la base, la elección diaria de la voluntad. La unidad es el fruto de esa elección, la fusión de dos vidas en un propósito común. Y el sexo, en el matrimonio, no es solo un acto físico, sino la máxima expresión de esa entrega total y unitiva, un lenguaje sagrado que refuerza el pacto que han hecho.

El Papa Pablo VI, en su encíclica Humanae Vitae, destacó cuatro características esenciales del amor conyugal que nos ayudan a aplicarlo en nuestras vidas:

  • Plenamente Humano: Es un amor que involucra la totalidad de la persona, cuerpo y alma. No es solo un sentimiento, sino una elección de la voluntad. Es un amor que se construye día a día. Esto implica que el amor conyugal se vive en la realidad de la vida cotidiana: en los pequeños gestos de servicio, en la paciencia durante las dificultades, en la comunicación sincera y en la aceptación de la imperfección del otro. Es un amor que se perfecciona a través del sacrificio y la entrega, reflejando el amor de Cristo por su Iglesia.
  • Total: Implica una donación completa, sin reservas. Esto significa compartir todo, nuestras alegrías y nuestras tristezas, nuestras virtudes y nuestros defectos. Esta totalidad se manifiesta en la vulnerabilidad y la apertura total el uno al otro, donde “ya no son dos, sino una sola carne” (Mateo 19,6). Es una donación que se extiende a todos los aspectos de la vida: emocional, espiritual y material, sin guardar nada para sí mismo. Es el compromiso de caminar juntos en la santidad, apoyándose mutuamente. Como dice el Cantar de los Cantares, “Mi amado es mío y yo soy suya” (Cantares 2,16).
  • Fiel y Exclusivo: Un amor que se compromete y se mantiene firme en la promesa hecha ante Dios. La fidelidad no es una limitación, sino una forma de honrar el pacto matrimonial y de dar seguridad a nuestra pareja. La fidelidad no es una limitación, sino una fuente de libertad y seguridad. Es la promesa diaria de un “sí” a la persona que elegimos, un “sí” que nos permite crecer sin miedo en la confianza y el respeto mutuo. Protege la santidad del vínculo y crea un refugio seguro donde ambos cónyuges pueden florecer. La Biblia nos recuerda: “Por tanto, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre” (Marcos 10,9).
  • Fecundo: No se refiere solo a la procreación, sino a la capacidad de crear vida en todas sus formas. La fecundidad del amor conyugal se manifiesta en la educación de los hijos, en el servicio a los demás, en la creación de un hogar que es una “Iglesia doméstica”. Esta fecundidad va más allá del número de hijos. Es un amor que se desborda y se convierte en una fuente de vida para el mundo. Un matrimonio fecundo irradia alegría y esperanza, evangeliza con su testimonio de unidad, sirve a la comunidad y crea un ambiente de caridad que se extiende a todos los que los rodean. Como dice el Salmo: “El Señor te bendiga desde Sión; que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida” (Salmo 128,5).

Siendo almas agradables a Dios

La vivencia de este amor nos hace agradables a los ojos de Dios. Cada acto de amor, de perdón, de paciencia y de servicio a nuestra pareja es una oración. Al vivir las características del amor conyugal, no solo fortalecemos nuestra relación, sino que también nos santificamos. Les invito a tomar un momento en pareja para reflexionar sobre estas cuatro características. Pueden hacerlo a través de la oración conjunta, un diálogo honesto o simplemente tomándose de la mano para recordar que su amor es un regalo de Dios. Cada día es una nueva oportunidad para vivir este amor con más plenitud, convirtiéndose en el reflejo de la caridad de Cristo en el mundo.

Que este camino de amor los lleve a ser un faro de esperanza para sus familias y para el mundo.

“El amor de los esposos es una bendición de Dios” – Papa Francisco

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Un Fin de Semana de Gracia y Compromiso para el Futuro de la Familia

El pasado fin de semana, la Diócesis de San Pedro Apóstol se convirtió en el epicentro del Movimiento Familiar Cristiano (MFC) Paraguay. Con el corazón y los brazos abiertos, la comunidad de San Estanislao, cariñosamente conocida como Santaní, acogió a los líderes y familias de todo el país en una jornada que fue mucho más que un simple encuentro; fue un fin de semana de gracia, trabajo arduo y profunda fraternidad. El aire se llenaba de un espíritu de renovación y esperanza, mientras cada matrimonio llegaba con la firme convicción de que su misión es fundamental para la Iglesia y la sociedad.

Desde el sábado hasta el domingo, los cimientos de nuestro movimiento se fortalecieron con tres actividades que reflejaron la vitalidad y el compromiso de cada matrimonio. Cada reunión fue una pieza clave en la construcción de la Iglesia doméstica, reafirmando que somos un pueblo unido por la fe y la misión de servir a la familia, actuando como verdaderos discípulos de Cristo en el mundo actual.

El Liderazgo al Servicio: Reunión de Presidentes

La jornada del sábado 23 de agosto se inició con el gran encuentro de presidentes nacionales, arquidiocesanos, diocesanos y de las diócesis en formación. Fue una reunión de líderes que no se trataba de poder, sino de servicio. Cada matrimonio, con su experiencia y sus desafíos locales, puso sobre la mesa el corazón de su comunidad, compartiendo no solo los éxitos, sino también las preocupaciones y los desafíos que enfrentan en su día a día.

En este espacio de diálogo y escucha, se tejieron los hilos de la unidad. Como nos enseña el apóstol San Pablo, somos un solo cuerpo en Cristo, y en este encuentro, cada líder fue un miembro vital que aportó para el bien común. Se unificaron criterios, se compartieron estrategias y se trazaron las líneas de acción que guiarán el trabajo en los próximos meses. Es en la colaboración y en el espíritu de sinodalidad que reafirmamos nuestro compromiso con la Iglesia, construyendo sobre una base sólida de fe y obediencia. Esta comunión de trabajo y oración demostró que la fuerza de nuestro movimiento reside en la diversidad de sus miembros y en la capacidad de marchar juntos hacia un mismo objetivo. Vimos un verdadero ejemplo de lo que significa ser un líder cristiano, dispuesto a ponerse de rodillas para servir a su hermano, fortaleciendo el lazo que nos une en Cristo.

La labor de un líder cristiano es sembrar la esperanza en su comunidad, y en Santaní, vimos a estos matrimonios preparándose para el próximo ciclo de siembra. Su dedicación y valiosa participación son un testimonio vivo del llamado a servir, con la certeza de que su labor dará frutos abundantes, porque la semilla que se planta con amor en el corazón de la familia siempre florece.

Los Cimientos de la Misión: Comisión de Manuales y Procedimientos

La misma tarde del sábado, la ciudad de Santaní albergó otra reunión fundamental: la de la Comisión de Estudio de Manuales y Procedimientos. Aunque a veces sea un trabajo menos visible, es un pilar indispensable para la solidez de cualquier obra. Al igual que el arquitecto que se asegura de que los planos sean correctos antes de construir, esta comisión se dedicó a revisar y actualizar las normas que rigen nuestras actividades. Su labor, a menudo detrás de bambalinas, es la que garantiza la solidez del edificio que construimos juntos.

Este trabajo minucioso y detallado es un acto de amor y diligencia que garantiza la coherencia en cada nivel de nuestro movimiento. Al optimizar nuestros procesos y clarificar nuestras normativas, aseguramos que la esencia y el carisma del MFC se mantengan puros y se transmitan de manera eficiente a las futuras generaciones. El compromiso de estos matrimonios es un ejemplo de que la fe no solo se vive con el corazón, sino también con la sabiduría y la responsabilidad. Su labor silenciosa es la que nos permite “caminar juntos” de manera ordenada y segura, evitando tropiezos y desviaciones en el camino de la misión y asegurando que cada familia, sin importar la diócesis, reciba la misma formación fiel a la doctrina de la Iglesia.

La Celebración y la Gracia: 2° Pleno Nacional MFC Paraguay

El fin de semana culminó con el 2° Pleno Nacional el domingo 24 de agosto, un evento que se sintió como una gran fiesta familiar. La jornada inició con una emotiva Misa de apertura en la Parroquia San Estanislao de Kostka, un momento de profunda oración y acción de gracias que lo unió todo.

Esta solemne celebración fue presidida por el Padre Rodolfo Portillo, de la diócesis de Villica. También contamos con la presencia y la guía espiritual de Fray Milciades Burgos, párroco de San Estanislao y asesor espiritual de la base Santaní, quien nos regaló una inspiradora homilía. Además, acompañó el Diácono Cristian Rolón, presidente de la diócesis de Villar Rica. Fue en el Altar del Señor donde se selló el trabajo del fin de semana, poniendo a los pies de Jesús todas las decisiones y proyectos, y renovando el pacto de amor con Él.

Queremos destacar la invaluable presencia de todos los matrimonios y jóvenes que viajaron desde diversas diócesis. Su esfuerzo y su deseo de compartir este espacio de crecimiento y fraternidad es un reflejo de que el MFC es mucho más que un movimiento: es una gran familia unida. Y con un aplauso de pie, nuestro más sincero reconocimiento a la base de Santaní. Su organización impecable, su calidez y su hospitalidad ejemplar fueron el rostro vivo de Cristo que nos acogió. Nos enseñaron lo que significa ser un verdadero anfitrión, haciendo de este Pleno una experiencia inolvidable, llena de pequeños detalles que tocaron el corazón de cada visitante.

¡Caminemos Juntos!

El fin de semana en Santaní nos recordó que el MFC es una obra de Dios. Vimos a líderes comprometidos, a matrimonios y jóvenes trabajando con diligencia y a una comunidad entera celebrando la fe. Cada una de estas actividades nos fortalece en nuestra misión de construir un futuro más sólido para la familia y la sociedad. La suma de estos encuentros de trabajo, planificación y celebración nos demuestra que la gracia de Dios actúa a través de la colaboración humana, en cada pequeño esfuerzo y en cada gran evento.

Te invitamos a reflexionar sobre la importancia de la unidad en tu propia familia y en tu comunidad. ¡Juntos, de la mano de Dios y de la Virgen María, podemos hacer de cada hogar una Iglesia doméstica!

“Sean mutuamente comprensivos. Si alguno tiene una queja contra otro, perdónense de la misma manera que el Señor los ha perdonado a ustedes. Y por encima de todo esto, revístanse del amor, que es el lazo de la perfección.” (Colosenses 3:13-14)

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Servir con el corazón: La vocación de amor del promotor

Queridos promotores, en medio de las responsabilidades diarias, de los desafíos familiares y del ritmo de vida acelerado, ustedes han respondido con generosidad a un llamado único: el de acompañar a otros matrimonios en su camino de fe. Su servicio, esa labor incansable y silenciosa, es el motor que mantiene viva la llama del Movimiento Familiar Cristiano. Ustedes son los faros de esperanza que, con su testimonio, guían a otras familias hacia un puerto seguro. Pero hoy, queremos invitarlos a reflexionar sobre el verdadero combustible de esa misión: el amor, que es la fuerza que lo hace todo posible y significativo.

La fuente de nuestro servicio: El amor de Dios

Nuestra capacidad de amar no nace de nosotros mismos, sino que es un regalo que recibimos de la fuente inagotable del amor de Dios. Antes de que podamos dar una palabra de aliento o una mano amiga, el Padre ya nos ha amado primero. Su amor es el que nos sana, nos fortalece y nos da la paciencia para entender a quienes acompañamos. Es el eco de la voz de Dios en cada gesto que hacemos, en cada visita que realizamos.

Cuando su servicio se siente pesado, cuando las puertas parecen cerrarse o las familias que acompañan pasan por crisis, recuerden que no están solos. El Espíritu Santo les ha sido dado para llenar cada gesto y cada palabra con el amor de Cristo, para que lo que hagan no sea una obligación, sino una manifestación viva de la gracia. Servir con amor es permitir que Dios actúe a través de ustedes, siendo un simple instrumento en sus manos, un canal por el que Su paz y Su esperanza puedan fluir hacia los demás. No son ustedes quienes transforman, sino el mismo Cristo que obra a través de su generoso “sí”.

Manos que sirven, corazones que aman

El servicio de un promotor no es solo una lista de tareas: organizar reuniones, hacer llamadas, guiar el Círculo de Estudio. Es un servicio que se realiza con las manos, sí, pero que debe nacer de un corazón que ama. Es un amor que se traduce en:

  • Paciencia: Para esperar el tiempo de cada matrimonio, sin presiones ni juicios. Se manifiesta en la calma con la que escuchan a una pareja que no encuentra las palabras para expresar su dolor, o en la serenidad para retomar el contacto después de un silencio prolongado. Es saber que la obra de Dios tiene su propio ritmo.
  • Escucha atenta: Para comprender las alegrías y los dolores, sin interrupciones. Un corazón que ama escucha de verdad, no solo con los oídos, sino con todo el ser, intentando percibir las necesidades más profundas que a veces las palabras no pueden expresar. Es un bálsamo sanador para el alma que se siente sola o incomprendida.
  • Empatía: Para ponerse en el lugar del otro, recordando que todos tenemos luchas. Un promotor que sirve con amor sabe que el camino de la fe está lleno de tropiezos. En lugar de juzgar, se compadece y se identifica, recordando sus propias caídas y cómo la mano de Dios lo ha levantado.
  • Alegría: La alegría del Evangelio, que es la mejor carta de presentación. Un corazón alegre contagia. Es esa sonrisa sincera al abrir la puerta, el entusiasmo al compartir un pasaje bíblico o la emoción al ver a una familia dando sus primeros pasos en la comunidad. La alegría de Cristo que mora en ustedes se convierte en un imán para los demás.

Cada visita, cada mensaje y cada oración por las familias que acompañan son semillas de esperanza. No se preocupen por ver florecer el jardín de inmediato. Su labor es sembrar con amor, y el Señor se encargará de regar y hacer crecer la fe en los corazones.

“Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos: en esto consiste la Ley y los Profetas.” – Mateo 7,12

La alegría de dar

El servicio en el MFC no nos vacía, sino que nos colma. Al dar amor, nuestro propio matrimonio se fortalece. Al ser testigos del crecimiento de otras familias, nuestra fe se aviva. Los promotores experimentan de primera mano la alegría de ver a Dios obrar milagros en la vida de sus hermanos: un matrimonio que parecía perdido encuentra la reconciliación, un hijo se acerca a la Iglesia, una pareja descubre el poder de la oración. Esta es la más grande de las recompensas, un gozo que va más allá de cualquier reconocimiento humano.

Que el amor de Cristo sea el motor de cada visita, de cada llamada y de cada encuentro. Que la motivación más profunda no sea el cumplimiento de un rol, sino el deseo de ser canal de su amor sanador. Su servicio no solo transforma a otras familias, sino que también santifica la suya propia. Gracias a su generoso “sí”, el MFC se convierte cada día más en una gran familia que camina unida hacia el Padre. ¡Gracias por ser promotores de amor!

“Pongan al servicio de los demás los dones que han recibido, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.” – 1 Pedro 4,10

El rol del Promotor en el MFC-Py – REGLAMENTO GENERAL

Artículo 121: Promotor: Es el Matrimonio o Joven designado por el ECBP para coordinar, dirigir y promover un EB, para alcanzar los objetivos de los temas del nivel que se está desarrollando. Es el responsable del correcto desarrollo de la PDF impartidos por el MFC Py. De los Promotores depende en gran medida la buena marcha de toda la membresía y del cumplimiento de los objetivos y delineamientos propuestos para las Bases Parroquiales.

Artículo 122: Las funciones y atribuciones del Promotor, son:

  • Asistir a todas las reuniones del EB que promueve.
  • Dar participación a todos los integrantes del EB en el desarrollo de los temas.
  • Promover que los integrantes del grupo lean previamente el tema y que realicen la reflexión personal, conyugal y familiar.
  • Promover la puntualidad en las reuniones, tanto para el inicio como para el término.
  • Desarrollar las reuniones de recuperación para el/los integrantes ausentes.
  • Fomentar la formación y crecimiento espiritual de los integrantes del EB.
  • Promover en los integrantes el valor del servicio.
  • Participar y motivar la asistencia a las RG, a los cursos/talleres complementarios, de servicio a la comunidad y dirigenciales, y a los eventos organizados por el ECBP o el ECA/D.
  • Utilizar siempre la “Guía del Promotor” y su “Carta Descriptiva” en las reuniones.
  • Llenar las planillas de evaluación y asistencia, y entregar al Coordinador de Promotores.
  • Fomentar los valores de justicia, solidaridad y el aporte económico hacia el MFC-Py.
  • Visitar a los integrantes del EB para interiorizarse del motivo de la inasistencia.
  • Asistir a todas las reuniones del ECP para la evaluación, preparación y revisión del tema a desarrollar.
  • Recibir y transmitir las disposiciones, resoluciones y circulares de los tres niveles del MFC-Py.
  • Informar en la reunión del Equipo de Promotores sobre el proceso de crecimiento de los integrantes del EB.
  • Asistir a las reuniones del EBPP y a las AG a las que se les convoca.

“El que quiera ser grande entre ustedes, que se haga su servidor, y el que quiera ser el primero, que se haga su esclavo.” – Mateo 20,26-27

“Todo lo que hagan, háganlo con amor.” – 1 Corintios 16,14

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Cuando Cristo es el cimiento del Matrimonio

En este hermoso camino que hemos emprendido juntos, a veces nos detenemos a mirar hacia atrás y nos damos cuenta de cuánto ha cambiado todo. Los años pasan, las canas se multiplican, las risas se graban en líneas de expresión y los cuerpos ya no tienen el mismo vigor de la juventud. Pero, en medio de todos estos cambios, ¿hay algo que permanece? ¿Hay una fuerza que se fortalece con el tiempo en lugar de debilitarse? Sí, y esa fuerza es el amor que se construye sobre la Roca firme que es Jesucristo. Hoy queremos reflexionar sobre esa verdad profunda que vivimos en el Movimiento Familiar Cristiano: cuando Cristo es la base del hogar, el tiempo podrá cambiar los rasgos físicos, pero jamás podrá cambiar el amor mutuo y la felicidad de compartir juntos.

La Arquitectura Divina de un Amor Duradero

Un matrimonio no es un contrato; es un sacramento, una vocación. Es una casa que se construye día a día, con cimientos que deben ser inquebrantables. La Palabra de Dios nos enseña en Mateo 7:24-25 que “todo el que escucha estas palabras mías y las pone en práctica es como un hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y azotaron aquella casa; pero esta no se derrumbó, porque estaba cimentada sobre roca”.

Para nosotros, en el MFC, esa Roca es Cristo. Él no es simplemente un invitado que entra y sale de nuestro hogar; Él es el Arquitecto principal, el Maestro de Obras que nos guía en cada decisión. Cuando un matrimonio decide edificar su vida sobre la fe, la esperanza y la caridad, no hay tormenta que pueda derribarlo. Las dificultades, las crisis, los desacuerdos e incluso las enfermedades son vientos que pueden azotar, pero no destruirán la estructura si esta está firmemente unida a Dios.

Más Allá de la Apariencia: El Rostro de la Gracia

Es una verdad universal que la belleza exterior es efímera. Las fotos de nuestra boda nos recuerdan cómo éramos, pero el paso del tiempo inevitablemente deja su huella. Sin embargo, en un matrimonio con Cristo, una nueva forma de belleza emerge: el rostro de la gracia.

Este rostro no se mide por simetría o juventud, sino por la profundidad de la mirada, la serenidad en los gestos y la ternura en el contacto. Este rostro es el reflejo de innumerables actos de amor, perdón y sacrificio. Son las arrugas que cuentan la historia de las risas compartidas, las noches de vigilia con un hijo enfermo, las lágrimas secadas y las batallas superadas juntos. Cada una de ellas es una medalla de honor en la historia de su amor.

En lugar de lamentar lo que se desvanece, un matrimonio en Cristo celebra lo que florece: una conexión espiritual profunda, una amistad incondicional y una comprensión silenciosa que solo se logra después de años de caminar de la mano. Es un amor que no se basa en la emoción o la atracción física, sino en el compromiso, la fidelidad y la entrega total, que son los verdaderos signos de un amor maduro.

La Felicidad de Compartir el Camino con Cristo

La felicidad de un matrimonio cristiano no es un destino, sino un camino. Es la alegría de saber que, en cada momento, no están solos. Compartir la vida con Cristo significa tener un propósito más elevado que la simple realización personal. Significa que cada acción, desde la más pequeña hasta la más grande, tiene un eco eterno.

En el contexto del MFC, esta felicidad se multiplica. Al compartir en la comunidad, descubrimos que nuestras luchas y alegrías no son únicas. La vida en comunidad nos enriquece con el testimonio de otros matrimonios que han recorrido un camino similar. Nos fortalecemos mutuamente en la oración, en la formación y en el servicio a la Iglesia. La felicidad de un matrimonio del MFC se manifiesta en el servicio a los demás, en el amor a los hijos y en la participación activa en los encuentros y retiros que nos nutren espiritualmente.

El Testimonio de un Amor Fiel en Paraguay

El Paraguay es una tierra de fe, de tradición y de familias fuertes. Los matrimonios del MFC en nuestro país son un testimonio vivo de que el amor en Cristo es posible y fructífero. Los vemos en los encuentros de crecimiento, en los retiros espirituales y en las actividades de servicio. Sus vidas demuestran que, a pesar de los desafíos propios de la vida, la felicidad de un matrimonio no reside en la ausencia de problemas, sino en la certeza de que Dios nos acompaña en cada paso.

El paso de los años no debe ser visto como una pérdida, sino como una ganancia. Cada aniversario es una oportunidad para agradecer a Dios por el don del cónyuge y por la fidelidad que nos ha permitido mantener. Es la prueba de que el amor no se marchita, sino que florece como un árbol en el desierto, regado por la gracia divina. Es la historia de dos almas que se han fusionado en una, con Cristo como la savia vital que las mantiene vivas y fuertes.

Cinco Consejos Prácticos para Fortalecer tu Cimiento

  1. Oración Diaria en Pareja: No subestimen el poder de la oración. Un matrimonio que ora unido se mantiene unido. Dediquen unos minutos cada día para rezar juntos el uno por el otro, por sus hijos y por su matrimonio.
  2. Sacramentos como Alimento: La Eucaristía es el alimento para el alma. Asistan a Misa juntos, comulguen y reciban el perdón de Dios en el sacramento de la Reconciliación.
  3. Diálogo y Comunicación Abierta: El amor se cultiva con la palabra. Dediquen tiempo para hablar, para escuchar con el corazón y para compartir sus alegrías y preocupaciones sin miedo.
  4. Servicio Mutuo y en la Comunidad: El amor no es egoísta. Sirvan a su cónyuge con humildad y busquen oportunidades para servir a otros matrimonios en el MFC.
  5. Perdón Incondicional: El perdón no es una opción, es un pilar. Aprendan a perdonar y a pedir perdón de inmediato, sin guardar rencores.

Conclusión

Queridos hermanos y hermanas en Cristo, la promesa que hicieron el día de su matrimonio no era para una temporada, sino para toda la vida. Es un compromiso que se renueva cada mañana al despertar junto a esa persona que Dios les ha regalado. Que su amor siga siendo un faro de esperanza para su familia y para el mundo. Que el tiempo siga siendo testigo no de lo que se desvanece, sino de la fuerza inquebrantable de un amor que tiene su fuente en el Corazón de Cristo.

Te recibo a ti como esposo/a, y prometo serte fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, y así, amarte y respetarte todos los días de mi vida.

“En una palabra, ahora existen tres cosas: la fe, la esperanza y el amor, pero la más grande de todas es el amor.” (1 Corintios 13, 13)