El matrimonio no es un simple contrato social ni la culminación de un enamoramiento pasajero. Para nosotros, matrimonios que caminamos en la fe y en el Movimiento Familiar Cristiano (MFC), es una Vocación Divina y, por lo tanto, una Misión. Es el llamado de Dios a dos personas a convertirse en una sola carne para ser, juntos, un signo visible del amor de Cristo por su Iglesia.
La gracia del Sacramento del Matrimonio no es solo para el día de la boda; es una fuerza constante que nos capacita para cumplir la misión encomendada.
1. El Fundamento de la Misión: El Sí Sacramental
El “sí” que nos dimos ante el altar fue mucho más que una promesa: fue un Pacto de Alianza sellado con la gracia de Dios. Esta Alianza establece tres pilares fundamentales que definen nuestra misión:
A. La Donación Total e Irrevocable
Nuestra misión principal comienza en la mutua santificación. El esposo tiene la misión de llevar a su esposa al Cielo, y la esposa tiene la misión de llevar a su esposo al Cielo. Esto exige una entrega total:
- Fidelidad y Exclusividad: Mantener el corazón puro y reservado, viviendo la castidad conyugal como expresión del amor verdadero.
- Perdón Constante: Reconocer que somos frágiles y necesitamos la Misericordia. La misión se vive en el diálogo y en el perdón renovado cada día.
- Servicio Desinteresado: Dejar de preguntarse: “¿Qué me da mi cónyuge?” para empezar a preguntarse: “¿Qué necesita mi cónyuge de mí para ser más feliz y acercarse más a Dios?”
El esposo debe amar a su esposa como Cristo amó a la Iglesia (Efesios 5, 25). Esta es la vara de medir para el amor conyugal.
2. La Misión Interna: La Iglesia Doméstica
El hogar es el primer campo de batalla y el primer campo de apostolado. La misión más inmediata es construir la “Iglesia Doméstica” para el mundo:
B. Misión de Amor Fecundo: Transmitir la Vida
El amor conyugal está intrínsecamente abierto a la vida. La misión de los esposos se extiende a ser cooperadores de Dios Creador al acoger y educar a los hijos que Él quiera enviarles.
- Paternidad y Maternidad Responsable: Ejercer un discernimiento profundo, generoso y prudente, siempre en diálogo con Dios, sobre el número de hijos.
- Primeros Educadores de la Fe: La misión más trascendental es la formación de los hijos. Somos los primeros catequistas de nuestros hijos, transmitiéndoles no solo doctrinas, sino el ejemplo vivo de la fe, la oración y el servicio. La fe se aprende por ósmosis, viendo a papá y mamá rezar, perdonarse y servir.
C. El Diálogo: El Alimento de la Misión
En el MFC entendemos que el diálogo no es solo hablar de cosas prácticas (cuentas, horarios), sino compartir sentimientos, proyectos y la vida de fe.
- Regla de Oro: Dedicar tiempo exclusivo para el diálogo en pareja, sin interrupciones, para que el amor no se marchite y la misión no se desvíe.
- Oración en Común: Un matrimonio que reza junto permanece unido y fortalecido para el servicio. La oración en pareja es el motor de la misión.
3. La Misión Externa: El Apostolado en el Mundo
Una vez que el hogar es un testimonio de amor y paz, la misión se desborda hacia fuera, en sintonía con el carisma del MFC.
D. Testimonio y Evangelización
El testimonio del amor conyugal es la forma más poderosa de evangelización en el mundo de hoy. El mundo necesita ver que es posible amarse para siempre con alegría y esperanza.
- Servicio a Otros Matrimonios: Como miembros activos del MFC, somos llamados a compartir los dones que hemos recibido. Esto se concreta en:
- Acoger y acompañar a otras parejas en su camino.
- Vivir el Método de Vida del Movimiento (Diálogo, Oración, Estudio, Servicio).
- Ser luz en nuestras comunidades, parroquias, y vecindarios.
E. Compromiso Social
La familia, célula vital de la sociedad, tiene la misión de ser sal y luz. Esto implica un compromiso activo en la defensa de los valores humanos y cristianos:
- Defender la vida desde la concepción hasta la muerte natural.
- Promover el valor del matrimonio y la familia en los espacios públicos.
- Trabajar por la justicia y la caridad en nuestro entorno.
Renovando Nuestra Entrega
La misión del esposo y la esposa es un desafío hermoso, grande y a veces difícil. Pero nunca la recorremos solos. Contamos con la gracia del sacramento y el apoyo de nuestra comunidad en el MFC.
La misión es clara: Ser Santos y Hacer Santos.
- ¿Cómo estamos dedicando tiempo al diálogo y a la oración en pareja esta semana?
- ¿Estamos siendo testimonio vivo de la alegría de ser católicos en nuestro hogar y en nuestro entorno?
Avancemos con coraje, de la mano de María, modelo de esposa y madre misionera.
¡Adelante, Familias en Misión!


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