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Juntos en el Amor de Dios: El Corazón de la Comunidad de Matrimonios del MFC

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En un mundo que a menudo nos invita al individualismo y al aislamiento, ¿qué significa realmente vivir en comunidad? Para los matrimonios y las familias del Movimiento Familiar Cristiano (MFC), la respuesta se encuentra en nuestras Comunidades Familiares de Base. Más que un grupo de personas que se reúne, una comunidad es un reflejo del amor de Dios, un lugar donde la fe se vive, la vida se comparte y el servicio se convierte en un camino de santidad.

Mucho más que reuniones: Una Comunidad de Vida

Nuestra Comunidad Familiar de Base es, ante todo, un espacio de fe y oración. Es donde nos encontramos para reflexionar sobre la Palabra, fortalecer nuestra vida espiritual y rezar unos por otros. Pero no nos detenemos ahí. Como nos dice la Palabra, una fe sin obras está muerta, y en el MFC, la fe nos impulsa a vivir en una comunidad de vida.

Vivir en comunidad no es solo estar juntos; es querernos de verdad. Es esforzarnos por conocer a cada miembro, con sus virtudes y sus fragilidades. Es amar de tal manera que, sin importar lo que pase, el lazo de la caridad nos mantenga unidos. Así como los primeros cristianos, que asombraban a todos, seamos también un testimonio para los que nos rodean.

Servir con Amor: El camino hacia la verdadera comunidad

Para poder compartir la vida de verdad, es necesario abrir el corazón, dejando fuera la maldad y la discordia. Esto implica estar dispuestos a compartir ideas, a dialogar sobre nuestras diferencias con respeto y a realizar la corrección fraterna desde la caridad. Compartir la vida es abrirnos a la reconciliación después de un desencuentro, es poner en común lo que somos y lo que tenemos, sin miedo a mostrarnos vulnerables.

Cuando nos atrevemos a compartir nuestros sentimientos, nuestras alegrías y tristezas, nuestros proyectos y nuestras dudas, construimos una verdadera solidaridad. Es un camino para superar el individualismo, ese “sálvese quien pueda” que el mundo nos ofrece, y construir juntos el Reino de Dios. Servir con amor en la comunidad no es una carga, sino una vocación que nos transforma y nos acerca más a Cristo. Es en el servicio humilde y desinteresado donde encontramos la verdadera felicidad.

Dios nos llama a servir:

  • Gálatas 5, 13 “Hermanos, ustedes han sido llamados a la libertad. Pero no usen esta libertad como pretexto para la carne; al contrario, sírvanse los unos a los otros por medio del amor.”
  • 1 Pedro 4, 10 “Que cada uno ponga al servicio de los demás el don que ha recibido, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.”
  • Filipenses 2, 3-4 “Nada hagan por rivalidad ni por vanagloria, sino con humildad, considerando a los demás como superiores a ustedes mismos. No busquen solamente su propio interés, sino también el de los demás.”

Construyendo el Reino de Dios

Aunque el camino de las Comunidades Familiares de Base puede tener sus desafíos, cada paso que damos es un testimonio vivo. Nos convertimos en un nuevo rostro de la Iglesia, una Iglesia que se hace presente en la vida cotidiana de las familias. Este modelo de vida nos impulsa a ir más allá de nuestras comunidades para transformar la sociedad.

Vivir la justicia, el amor y la solidaridad en acciones concretas no es un ideal lejano, sino una realidad que se construye día a día en cada hogar del MFC. Cada encuentro, cada retiro y cada servicio es una acción que colabora en la edificación del Reino. Sigamos construyendo juntos, con esperanza y el corazón puesto en Dios, una sociedad más justa y más humana.

Conclusión

El camino de nuestra Comunidad Familiar de Base es un llamado a la santidad a través de la vida compartida y el servicio. Al abrirnos unos a otros con amor y humildad, superamos el individualismo y nos convertimos en un testimonio de la presencia de Cristo en el mundo. Sigamos sirviéndonos mutuamente con alegría, sabiendo que en cada acto de amor, construimos el Reino de Dios en nuestros hogares y en nuestra querida patria, Paraguay.

“Porque el Hijo del hombre no ha venido para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud.” (Marcos 10:45)

SUSUSU 6.3.3.

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