Queridos promotores, en medio de las responsabilidades diarias, de los desafíos familiares y del ritmo de vida acelerado, ustedes han respondido con generosidad a un llamado único: el de acompañar a otros matrimonios en su camino de fe. Su servicio, esa labor incansable y silenciosa, es el motor que mantiene viva la llama del Movimiento Familiar Cristiano. Ustedes son los faros de esperanza que, con su testimonio, guían a otras familias hacia un puerto seguro. Pero hoy, queremos invitarlos a reflexionar sobre el verdadero combustible de esa misión: el amor, que es la fuerza que lo hace todo posible y significativo.
La fuente de nuestro servicio: El amor de Dios
Nuestra capacidad de amar no nace de nosotros mismos, sino que es un regalo que recibimos de la fuente inagotable del amor de Dios. Antes de que podamos dar una palabra de aliento o una mano amiga, el Padre ya nos ha amado primero. Su amor es el que nos sana, nos fortalece y nos da la paciencia para entender a quienes acompañamos. Es el eco de la voz de Dios en cada gesto que hacemos, en cada visita que realizamos.
Cuando su servicio se siente pesado, cuando las puertas parecen cerrarse o las familias que acompañan pasan por crisis, recuerden que no están solos. El Espíritu Santo les ha sido dado para llenar cada gesto y cada palabra con el amor de Cristo, para que lo que hagan no sea una obligación, sino una manifestación viva de la gracia. Servir con amor es permitir que Dios actúe a través de ustedes, siendo un simple instrumento en sus manos, un canal por el que Su paz y Su esperanza puedan fluir hacia los demás. No son ustedes quienes transforman, sino el mismo Cristo que obra a través de su generoso “sí”.
Manos que sirven, corazones que aman
El servicio de un promotor no es solo una lista de tareas: organizar reuniones, hacer llamadas, guiar el Círculo de Estudio. Es un servicio que se realiza con las manos, sí, pero que debe nacer de un corazón que ama. Es un amor que se traduce en:
- Paciencia: Para esperar el tiempo de cada matrimonio, sin presiones ni juicios. Se manifiesta en la calma con la que escuchan a una pareja que no encuentra las palabras para expresar su dolor, o en la serenidad para retomar el contacto después de un silencio prolongado. Es saber que la obra de Dios tiene su propio ritmo.
- Escucha atenta: Para comprender las alegrías y los dolores, sin interrupciones. Un corazón que ama escucha de verdad, no solo con los oídos, sino con todo el ser, intentando percibir las necesidades más profundas que a veces las palabras no pueden expresar. Es un bálsamo sanador para el alma que se siente sola o incomprendida.
- Empatía: Para ponerse en el lugar del otro, recordando que todos tenemos luchas. Un promotor que sirve con amor sabe que el camino de la fe está lleno de tropiezos. En lugar de juzgar, se compadece y se identifica, recordando sus propias caídas y cómo la mano de Dios lo ha levantado.
- Alegría: La alegría del Evangelio, que es la mejor carta de presentación. Un corazón alegre contagia. Es esa sonrisa sincera al abrir la puerta, el entusiasmo al compartir un pasaje bíblico o la emoción al ver a una familia dando sus primeros pasos en la comunidad. La alegría de Cristo que mora en ustedes se convierte en un imán para los demás.
Cada visita, cada mensaje y cada oración por las familias que acompañan son semillas de esperanza. No se preocupen por ver florecer el jardín de inmediato. Su labor es sembrar con amor, y el Señor se encargará de regar y hacer crecer la fe en los corazones.
“Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos: en esto consiste la Ley y los Profetas.” – Mateo 7,12
La alegría de dar
El servicio en el MFC no nos vacía, sino que nos colma. Al dar amor, nuestro propio matrimonio se fortalece. Al ser testigos del crecimiento de otras familias, nuestra fe se aviva. Los promotores experimentan de primera mano la alegría de ver a Dios obrar milagros en la vida de sus hermanos: un matrimonio que parecía perdido encuentra la reconciliación, un hijo se acerca a la Iglesia, una pareja descubre el poder de la oración. Esta es la más grande de las recompensas, un gozo que va más allá de cualquier reconocimiento humano.
Que el amor de Cristo sea el motor de cada visita, de cada llamada y de cada encuentro. Que la motivación más profunda no sea el cumplimiento de un rol, sino el deseo de ser canal de su amor sanador. Su servicio no solo transforma a otras familias, sino que también santifica la suya propia. Gracias a su generoso “sí”, el MFC se convierte cada día más en una gran familia que camina unida hacia el Padre. ¡Gracias por ser promotores de amor!
“Pongan al servicio de los demás los dones que han recibido, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.” – 1 Pedro 4,10
El rol del Promotor en el MFC-Py – REGLAMENTO GENERAL
Artículo 121: Promotor: Es el Matrimonio o Joven designado por el ECBP para coordinar, dirigir y promover un EB, para alcanzar los objetivos de los temas del nivel que se está desarrollando. Es el responsable del correcto desarrollo de la PDF impartidos por el MFC Py. De los Promotores depende en gran medida la buena marcha de toda la membresía y del cumplimiento de los objetivos y delineamientos propuestos para las Bases Parroquiales.
Artículo 122: Las funciones y atribuciones del Promotor, son:
- Asistir a todas las reuniones del EB que promueve.
- Dar participación a todos los integrantes del EB en el desarrollo de los temas.
- Promover que los integrantes del grupo lean previamente el tema y que realicen la reflexión personal, conyugal y familiar.
- Promover la puntualidad en las reuniones, tanto para el inicio como para el término.
- Desarrollar las reuniones de recuperación para el/los integrantes ausentes.
- Fomentar la formación y crecimiento espiritual de los integrantes del EB.
- Promover en los integrantes el valor del servicio.
- Participar y motivar la asistencia a las RG, a los cursos/talleres complementarios, de servicio a la comunidad y dirigenciales, y a los eventos organizados por el ECBP o el ECA/D.
- Utilizar siempre la “Guía del Promotor” y su “Carta Descriptiva” en las reuniones.
- Llenar las planillas de evaluación y asistencia, y entregar al Coordinador de Promotores.
- Fomentar los valores de justicia, solidaridad y el aporte económico hacia el MFC-Py.
- Visitar a los integrantes del EB para interiorizarse del motivo de la inasistencia.
- Asistir a todas las reuniones del ECP para la evaluación, preparación y revisión del tema a desarrollar.
- Recibir y transmitir las disposiciones, resoluciones y circulares de los tres niveles del MFC-Py.
- Informar en la reunión del Equipo de Promotores sobre el proceso de crecimiento de los integrantes del EB.
- Asistir a las reuniones del EBPP y a las AG a las que se les convoca.
“El que quiera ser grande entre ustedes, que se haga su servidor, y el que quiera ser el primero, que se haga su esclavo.” – Mateo 20,26-27
“Todo lo que hagan, háganlo con amor.” – 1 Corintios 16,14
Add a Comment